Caio Resewitz, Écoute les pierres

Bendana | Pinel Art Contemporain presenta la tercera exposición individual de Caio Reisewitz, intitulada «Escucha las piedras».

Como ejercicio fotográfico, el artista brasileño Caio Reisewitz (São Paulo, 1967) eligió centrar su mirada en un elemento sin atributos aparentes, y cuya crudeza determina el tono de esta exposición. De las imágenes presentadas, sólo dos muestran el brillo y la exuberancia del color, una de las características comúnmente atribuidas a su producción – la otra es la magnificencia de la escala, que también aquí se circunscribe a estas dos imágenes disonantes, cuyo resplandor desdibuja lo que de otro modo podría ser un discurso unificado de un conjunto de fotografías pálidas.

Cada vez más políticas, las series más recientes del artista están inextricablemente entrelazadas con conflictos internos vividos en su país, como en Altamira (2013 / 2018), donde está documentando la región forestal de Belo Monte, que está en peligro de desaparecer debido a la construcción de una central hidroeléctrica. O en Água escondida (2014), donde dirige sus críticas a la acción humana contra los manantiales, diques y ríos, que están siendo rellenados por el voraz crecimiento de las ciudades.

Las imágenes inéditas que aquí se presentan, simbolizadas por la brutalidad de las piedras, son una combinación distópica entre las dos series mencionadas. En ellas, la naturaleza ya no representa un deslumbramiento romántico, ya no se ofrece a la vista bajo su poder sublime, grandilocuente, seductor y aterrador. Es más bien pequeña y artificial, convertida a veces en una potencial escenografía para [Fin de Partie] de Samuel Beckett: las piedras revolotean en el ambiente seco de un planeta recientemente descubierto, o se asientan como restos post-apocalípticos, como los paisajes representados en la obra.

La decisión del artista de borrar casi todas las huellas de la existencia humana – que sólo pueden ser percibidas a través de informaciones secundarias, por ejemplo, al hacer grabaciones de edificios – es decisiva en este caso. Ante la ausencia de protagonistas, nosotros – nosotros – somos el único testigo de lo que la naturaleza posee del ser humano. Pero la naturaleza ya no es una visión imponente. Nuestros cuerpos se enfrentan a paisajes silenciosos, monótonos, oscuros y nebulosos que no pertenecen a ningún tiempo, a ninguna parte. A lo lejos, son visiones agudas de un proceso de desertificación de la vida. De ahí la radicalidad de Reisewitz con este nuevo conjunto de imágenes: la abdicación como medio para denunciar el desgaste. La ocultación de los colores reales de los paisajes, así como la retracción de su potencial físico, son una forma de afirmar que el dilema fundacional de la antropología, el choque entre la cultura y la naturaleza, está llegando a su fin. Mientras que las sociedades occidentales triunfan gracias a un modelo «universal» de cultura y a un modo de producción específico que pone en peligro la vida, la naturaleza revela una escasez de los recursos indispensables para la subsistencia.

Como artista que concibe el paisaje desde una perspectiva de largo alcance – la interacción entre la naturaleza vernácula y la creada por el hombre – como uno de sus principales temas poéticos, Reisewitz no es neutral en su elección de las dos imágenes que deben mantener sus exuberantes colores. La primera de ellas vierte rojo sobre la tierra y nos remite a los dos graves accidentes medioambientales derivados de la ruptura de presas en el estado de Minas Gerais: Mariana (2015) y Brumadinho (2019). El torrente de lodo que ha arrastrado vastos territorios excede nuestra capacidad de metáfora: es la encarnación misma del caos.

En la otra dirección, el azul denso de la fotografía amazónica adquiere el valor de una imagen-síntesis de lo que queda de un mundo preantrópico. En esta exposición, la obra denota una ruptura, apabullante ante la sobriedad de las imágenes adyacentes. En medio de paisajes deslucidos, encarna la potencialidad de un Brasil-salvador, como un Shangri-La. En la escala de la vida, su luminosidad es un oasis de lo que queda, o quedará para nosotros, como una utopía del futuro.

Texto de Luise Malmaced traducido al español por Lupita