El nombre de un país. El pabellón de Argentina en la Biennale di Venezia

El nombre de un país es un bestiario punk de estilo Frankensteinista basado en una actitud ostentatoria como de colección de moda de vanguardia y en la que se condensan los sedimentos del mundo de Mariana Telleria.

La artista traza una autopista con un número infinito de carriles lingüísticos, activando la confusión -mezclando cosas, construyendo monstruos- y manteniendo la conciencia del espectador en un continuo estado de tránsito, perdido en la oscuridad de un lado a otro entre lo que percibe y la necesidad de conferirle un significado.

La procesión de esculturas se presenta como un soporte para la transformación intuitiva de las cosas; un archivo de significados desacralizados donde la iconografía religiosa, la basura, la moda, el espectáculo y la naturaleza comparten una misma jerarquía horizontal.