Nicolás Lamas, Liminality

Para muchos seres humanos, la vida parece ser un fenómeno único y especial. Hay, por supuesto, algo de verdad en esta creencia, ya que no se sabe de ningún otro planeta que tenga una biosfera tan rica y tan compleja. Sin embargo, esta visión delata un «chovinismo orgánico» que hace que se subestime la vitalidad de los procesos de autoorganización en otras esferas de la realidad. También puede hacernos olvidar que, a pesar de las muchas diferencias entre ellos, los seres vivos y sus contrapartes inorgánicas comparten una dependencia crucial de los flujos intensos de energía y materiales. En muchos aspectos, lo que importa es la circulación, no las formas particulares que hace que surjan. Como dice el biogeógrafo Ian G. Simmons, «los flujos de energía y nutrientes minerales a través de un ecosistema se manifiestan como animales y plantas reales de una especie en particular». Nuestros cuerpos orgánicos no son, en este sentido, más que coagulaciones temporales en estos flujos: capturamos en nuestros cuerpos una cierta porción del flujo al nacer, luego lo liberamos de nuevo cuando morimos y los microorganismos nos transforman en un nuevo lote de materias primas (texto citado de «Mil años de historia no lineal», de Manuel DeLanda).

La segunda exposición individual de Nicolás Lamas en SABOT reúne una serie de objetos «transicionales» en una gran asamblea, un «pasaje-ambiente» poblado por entidades híbridas que se encuentran en situaciones ambiguas y provisionales. Cada uno de estos objetos existe a través del tiempo; algunos estables, otros efímeros, pero todos marcados por connotaciones liminales.

Toda la energía de la situación interactiva entre objeto y sujeto en la obra de Nicolás Lamas se convierte en algo dialéctico, una especie de acción y contra-acción que se despliega a través del tiempo. El entrelazamiento entre ideas y partículas, el continuo afinamiento de la especulación y de la fabricación a través de materiales emergentes, la obstrucción de las evidencias y el desprendimiento de las energías subversivas atrapadas en los objetos son características compartidas tanto por la obra de Nicolás como por las disciplinas arqueológicas. Cada lugar abierto e involucrado por la capacidad artesanal de hacer objetos o por la sensibilidad de liberarlos, tiene el potencial transformador de dar forma a un tipo de arqueología que trasciende la categoría humana para posicionar los objetos dentro de nuevas estructuras sistémicas, actitud que le permite resistir la percepción construida de la materia como una entidad pasiva, una postura simbólica y liberadora. Después de todo, el hecho de que los objetos cotidianos estén incorporados en combinaciones inesperadas es tanto un acto de rearticulación de las gramáticas humanas como un acto de potenciación de la naturaleza del objeto. (extracto de «La materia existe diferente aquí», de Alejandro Alonso Díaz)

Imágenes de la exposición