Saint F(r)ou, el santo loco

Una noche entré a la Iglesia, invitado por uno de sus habitantes, el dramaturgo, actor y sacristán Miguel Torres.

Fuimos en busca de los trazos de San Frodulphe, también llamado San Frou. Amigo escondido, compañero invisible o doble imaginario de Meredicus (San Merry), su historia encierra un cierto misterio.

Grupos de voluntarios se unían a nuestro accionar sin pedir explicaciones. La simple idea de poder habitar libremente ese lugar sagrado nos bastaba y nos dedicábamos a fabricar imagenes con un cierto abandono.

Con un trabajo de la luz basado en el principio de la revelación, no ha sido el instante presente que nos hemos dispuesto a fijar, sino más bien la herencia humana de la Iglesia, otra forma de vida, siempre presente pero que no se nos aparece durante el día. A veces creíamos encontrar lo invisible camuflado en lo apenas perceptible.

Durante esas andanzas nocturnas, hemos ido en busca del imaginario, abandonando el miedo al juicio. El juicio que nos ha sido prometido al final de los tiempos, pero también nuestro propio juicio. Como si pudiéramos escapar por un momento al temor de nosotros mismos y habitar un instante atemporal, onírico, libre de miedo.

A veces el sentimiento de libertad pasa por la transgresión, rozando el sacrilegio. Pero es solamente ante nuestra propia consciencia que podemos sentirnos libres.

La curiosidad de sentir esa sensación es probablemente la sal de estas imagenes.

Texto traducido por Guillermo Vargas Quisoboni y Emanuel Rojas a partir de la presentación original en francés escrita por Emanuel Rojas.

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