16 Bienal de Lyon, Manifiesto de la fragilidad

La 16 edición de la bienal de Lyon afirma la fragilidad como intrínsecamente relacionada a una forma de resistencia iniciada en el pasado, asociada al presente y capaz de afrontar el porvenir. Imagina un mundo en el que, en lugar de considerar la vulnerabilidad como una marca de debilidad, la explota para intentar retomar el poder. Es concebida como una pluralidad de voces resilientes que se alimentan de ternura y se despliegan en la adversidad. Hay comunidades que se forman donde la palabra, la imagen, el sonido y el movimiento se encuentran, hasta llegar a la redacción de un manifiesto por un mundo irremediablemente frágil.

Nuestro interés por las estrategias de cambio que podría inspirar esta nueva mirada sobre la fragilidad comenzó hace casi tres años, cuando empezamos a indagar sobre Lyon y sus historias ocultas. Desde los cimientos de Lugdunum hasta los ecos de la declaración de amor de Napoleón a los lioneses, pasando por las imágenes parpadeantes de los noticiarios de los hermanos Lumière, el destino de Lyon se ha construido sobre las singularidades de quienes han pasado por ella y la han marcado con su originalidad, y cuya experiencia pasada enriquece la vida de la ciudad hoy. La 16ª Bienal de Lyon toma como punto de partida estas historias para poner de relieve unos vínculos que van más allá de sus límites temporales y locales, en favor de obras que abarcan varios milenios, creadas por artistas del pasado y del presente que vienen de cerca y de lejos.

La Bienal está organizada en torno a tres secciones concéntricas que constituyen auténticos portales de entrada al tema. La primera sección, titulada Las múltiples vidas y muertes de Louise Brunet, propone una exploración de la fragilidad a partir de la experiencia de una persona individual. Es la historia poco conocida de Louise Brunet, una joven que, habiendo participado en el levantamiento de los trabajadores de la seda que dio lugar a la revuelta de Canuts en 1834, fue encarcelada y sólo fue liberada unos años más tarde para emprender el más peligroso de los viajes a las fábricas de seda del Monte Líbano. Este microrrelato sirve de punto de partida para una aproximación inventiva a la fragilidad, una aproximación en la que la Louise Brunet real e histórica es reimaginada en la piel de diferentes individuos que vivieron en diferentes épocas y lugares. La ficción y la realidad convergen en la reescritura de la historia de esta mujer olvidada, cuya vida se transforma en una plataforma para explorar diversas formas de fragilidad, incluidas las relacionadas con la etnia, el género, la mortalidad o las cuestiones económicas.

La segunda sección de la Bienal amplía el alcance de este microrrelato individual con la exploración de un ejemplo de fragilidad vivido a través de una ciudad, la misma en la que desembarcó Louise Brunet en 1838: Beirut. Con el título Beirut y los dorados años sesenta, esta sección revisa un capítulo deslumbrante y desconcertante del desarrollo del modernismo en Beirut, entre la crisis de 1958 y el estallido de la guerra civil en 1975. La exposición desarrolla un relato fascinante y poco conocido de un prolífico periodo de producción artística y compromiso político en Beirut: una ciudad de grandes sueños y ambiciones fallidas, cuyo insaciable apetito por la vida se ve igualado por la insuperable carga de sus irreconciliables ambiciones. La atención a Beirut adquiere un significado especial en Lyon, dados los vínculos históricos entre ambas ciudades, centrados en el comercio de la seda en el siglo XIX, y la instauración del mandato francés desde 1920 hasta 1943, período en el que se centra esta sección de la Bienal.

Trás Beirut, la Bienal se extiende al resto del mundo para indagar en las complejidades de la fragilidad y la resistencia a través de un amplio abanico de obras de artistas y creadores conocidos y anónimos a lo largo de casi tres milenios. Titulada Un mundo de infinitas promesas, la exposición se libera del eje del tiempo para presentar una amplia variedad de posiciones que contribuyen a la construcción de un matizado mosaico de narrativas que iluminan momentos de resiliencia frente a numerosas convulsiones sociales, políticas y medioambientales. Aquí, los artistas encarnan varias facetas de la fragilidad, tanto en los temas abordados como en los materiales utilizados, ofreciendo un panorama intemporal que capta, a través de la diversidad de voces, momentos pasados y contemporáneos de perseverancia global, al tiempo que propone formas futuras de estar en el mundo.

El manifiesto de la fragilidad es un recordatorio de los ciclos de la historia, del continuo flujo y reflujo de la prosperidad y el declive, una invitación a reflexionar sobre la precariedad de nuestra condición humana, desde la fragilidad de nuestros propios cuerpos hasta la vulnerabilidad de todo el planeta, y todo lo que hay entre medias. Al reconocer la innegable transitoriedad de la vida en todas sus formas, podemos aprovechar el poder emancipador de la fragilidad como medio para una nueva forma de inclusión, una inclusión no basada en la diferencia, sino en la única cualidad verdaderamente universal que nos une a todos: la inevitabilidad de nuestra frágil humanidad y la increíble promesa que encierra.

 

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