El Movimiento de los Artistas del Pueblo Huni Kuin presenta su última exposición en París.
El colectivo Mahku, o Movimiento de los Artistas del Pueblo Huni Kuin, es un grupo de artistas creado en 2012 en la tierra indígena Kaxinawá (Huni Kuin) del río Jordão, en el estado de Acre, Brasil. Como lo demuestra su reciente participación en la Bienal de Arte de Venecia 2024, este colectivo es un actor central en la escena artística contemporánea brasileña y una referencia global como colectivo de artistas indígenas.
En la Bienal de Venecia 2024, invitados por el curador brasileño Adriano Pedrosa, curador general de esta 60ª exposición internacional de arte y director artístico del Museo de Arte de Sao Paulo (MASP), los artistas del colectivo Mahku crearon un mural monumental en la fachada del Pabellón Central de la Bienal, colocando al arte indígena contemporáneo brasileño en el centro de la escena. Actualmente tienen una exposición en París, en el espacio Frans Krajberg, titulada YUXI NUKUKUNAI, O Encontro de Almas (Encuentro de Almas), que podrá visitarse hasta el 20 de diciembre.
En esta entrevista, Iba Huni Kuin, miembro fundador del colectivo Mahku, y Kassia Borjes Mytara, artista, curadora, profesora y activista Karajá, quien se unió al colectivo algunos años después de su creación, recorren la historia del movimiento Mahku desde sus comienzos. Iniciado con talleres orientados a la educación y la preservación de la cultura Huni Kuin, el colectivo ha alcanzado reconocimiento institucional internacional mediante exposiciones en la Fundación Cartier, el Museo de Arte de Sao Paulo, y la Bienal de Sao Paulo.
Las obras del colectivo Mahku contribuyen a la conservación de la cultura viva, las historias, las canciones y los rituales Huni Kuin. Juegan un rol de transmisión a las nuevas generaciones, al tiempo que apoyan las reivindicaciones del pueblo Huni Kuin, como la posibilidad de recuperar y proteger las tierras Huni Kuin y las demandas relacionadas con la protección de la naturaleza y la preservación de las culturas indígenas, tanto en Brasil como en el mundo.
Doce años después de su fundación, el relato de la preservación de la cultura Huni Kuin y las transformaciones del colectivo Mahku traza nuevas perspectivas y caminos para el arte contemporáneo en América Latina y el mundo.
Iba Huni Kuin y Kassia Borjes Mytara, exposición YUXI NUKUKUNAI, O Encontro de Almas en el espacio Frans Krajberg, París 2024. © Canela Laude Arce
Canela: Hola Kassia, hola Iba. Me gustaría empezar nuestra entrevista con esta pregunta: ¿Cómo empezó el colectivo Mahku?
Iba: El colectivo empezó como una investigación personal. Yo soy del pueblo Huni Kuin, en Acre, en la frontera con Brasil. Admiro mucho el trabajo de mi padre. Las canciones no son solo cantos, sino conocimientos profundos. Mi padre es un maestro y cantor, mientras que mi madre es artesana: hace cestas, cerámica, abanicos, tapices, cocina y pinta. Desde pequeño, observaba esto. Mi padre también hacía tocados de plumas y pintaba con tintes naturales. Para las pinturas, teníamos que encontrar jenipapo para trabajar con ellas.
En 1983, a los 19 años, dejé la selva para instalarme en la ciudad. Solo a los 33 años empecé a estudiar formalmente. Hablaba mi lengua, pero no sabía escribirla. Entré a la escuela y aprendí otro tipo de letras, el alfabeto. Me decían que debía estudiar mi cultura. ¿Cuál cultura?, me preguntaba. Ellos respondían “todo”, pero no es realmente todo; hay que elegir en qué concentrarse.
Empecé a ir a la escuela y, mientras aprendía, también realizaba actividades artísticas, como la pintura. Pintaba mucho, y en el año 2000, con más conocimientos, me animaron a investigar un tema que me interesaba. Decidí enfocarme en la música. Me convertí en músico para el Mexepalm, una ceremonia sagrada con bebidas rituales, y con mi padre compusimos 58 canciones.
A veces me resulta difícil explicar este conocimiento a los no indígenas. Entiendo mi lengua y su significado profundo, pero transmitirlo es complicado. Intenté expresarlo a través de la pintura, y funcionó bien. Nuestra música habla del cielo, de los pájaros, de la naturaleza, y ese es nuestro mensaje. Así comencé, primero escribiendo las canciones, luego interpretándolas mediante dibujos. Cada canción tiene un significado profundo que transformo en imágenes para mis seres queridos, especialmente para los niños que aún no entienden bien el idioma. De esta forma, volví a admirar nuestro trabajo, mediante nuestra lengua, que casi desapareció, pero que estamos recuperando.
Después de escribir un libro con estas canciones, lo distribuí, y así empezó el colectivo, un esfuerzo conjunto con mis alumnos, mis sobrinos, mis hijos y mis hermanas. Toda nuestra familia trabaja junta en este proyecto.
En 2014, comenzamos a pintar murales y frescos. El primer mural medía 30 metros cuadrados. Luego pintamos en el MASP, en Santiago de Chile y en Múnich, Alemania. También pinté en Rio Branco, en Acre. Con estas pinturas, ayudamos a preservar nuestro idioma. Soy también profesor y enseño nuestra lengua Huni Kuin.
Luego creamos un blog para difundir nuestro trabajo. Una semana después de su lanzamiento, conocí a Bruce Albert, un antropólogo. Fue uno de los primeros interesados, venía de Francia y quería saber más sobre los dibujos que acompañaban nuestras canciones sagradas. Nos puso en contacto con la Fundación Cartier, y en 2012 participamos en nuestra primera exposición internacional, en la Fundación Cartier, donde surgió el nombre Mahku.
El Movimiento Mahku es mucho más que arte: incluye el idioma, la pintura, el tejido, la medicina, la comida tradicional, las pinturas corporales y, hoy en día, lo digital. Mahku es un movimiento multimedia. Pero Mahku también significa otra cosa: es nuestra lengua más antigua. Así como ustedes tienen la pedagogía, nosotros tenemos Mahku. Mahku es nuestra universidad, donde aprendemos y preservamos nuestra lengua y cultura. La responsabilidad de Mahku es proteger nuestra cultura.
Canela: ¿Y tú, Kassia, en qué año comenzaste a trabajar con el colectivo Mahku?
Kassia: En 2018. Conocí a Iba en el Amazonas, y él me habló de Mahku. Hicimos una exposición sobre Mahku en la Universidad Federal de Amazonas, donde yo enseñaba y era subcoordinadora de la facultad. Ahí fue donde conocí a Iba, en realidad. Conocí a Iba antes de conocer a Mahku. Después nos reunimos, nos casamos, y empecé a acompañarlo en su trabajo. Con el tiempo, me involucré más, sobre todo en los aspectos burocráticos como la realización de contratos.
En 2018 y 2019, estuvimos concentrados en un proyecto en el Centro Cultural Banco de Brasil, y luego llegó la pandemia. Después, la Pinacoteca de São Paulo nos contactó para una exposición, para realizar un mural. Fue la primera exposición con una curadora y artistas indígenas. Naine Terena fue la primera curadora indígena en una gran institución en Brasil. Poco tiempo después, el Instituto Moreira-Salles se puso en contacto con nosotros. Comencé a organizar todos los documentos y las bases para la exposición, pero no pudimos viajar y nos quedamos en Uberlândia con Iba y nuestro hijo trabajando en dos grandes proyectos para la Pinacoteca. Fue nuestra primera gran realización que yo coordiné. Desde entonces, acompaño a Iba en todas sus actividades y me he dedicado totalmente a Mahku, en cuerpo y alma.
Canela: ¿Cómo ha evolucionado el trabajo del colectivo durante estos 12 años?
Kassia: Yo no estuve desde el principio, pero desde que Mahku comenzó en 2012, ha habido una gran evolución. El proyecto se ha profesionalizado en muchos aspectos. Por ejemplo, al inicio, Mahku usaba telas simples y pintaba directamente sobre ellas. Como profesora de artes en la Universidad de Río, empecé a profundizar en estas técnicas, y trabajamos para mejorar la preparación de las telas. Hoy en día, usamos lienzos y pinturas especiales, lo que ha elevado el nivel técnico del trabajo.
La temática, sin embargo, no ha cambiado. Mahku siempre se ha centrado en los cantos sagrados del Ayahuasca, que son parte de la investigación de Iba. Es una expresión cultural que permanece constante, pero las técnicas de representación artística han mejorado. No diría que es una “evolución” en el sentido tradicional, sino más bien una profesionalización en términos de presentación para el mundo no indígena.
Para nosotros, la manera en que hacíamos las cosas antes no era un problema. Sin embargo, cuando se trata de vender o exhibir nuestras obras en el mercado occidental, preparar adecuadamente los lienzos y usar mejores materiales ha aumentado su valor percibido.
Mahku también ha evolucionado como escuela de arte. Muchos artistas han pasado por Mahku, pero hoy tenemos cinco personas que son consideradas los maestros o guías del proyecto, quienes enseñan a los demás. Entre ellos, hay dos jóvenes, Caia y Rita, que también forman parte integral del equipo.
Canela: ¿Cuál es el rol de la ayahuasca en tu arte y en el trabajo de Mahku?
Iba: La ayahuasca es fundamental. Cantamos tres canciones de nuestras raíces, y siempre pedimos permiso, como una oración. Al cantar, pedimos la fuerza de la sanación, no solo física, sino también emocional. Es un acto de sanación y de alegría, y esa energía se refleja en nuestros cantos y en nuestras pinturas.
Canela: ¿Cuál es la relación entre las obras de arte producidas y sus reivindicaciones sociales y culturales, como por ejemplo la compra de tierras?
Kassia: Más allá del arte, Mahku tiene una función social clara: trabajar por el bienestar de la comunidad. La compra de tierras es uno de los pilares de este esfuerzo social. Con el dinero que generamos, compramos tierras para proyectos de reforestación y de vivienda.
Ya hemos comenzado este proceso de reforestación, y no destruimos nada; al contrario, cuidamos la tierra y la organizamos de manera sostenible. Además, Mahku adquirió recientemente 16 lotes cerca de la ciudad de Jordão, donde planeamos construir viviendas para 16 de nuestros miembros. Todo esto ha sido posible gracias al esfuerzo colectivo de Mahku y representa un paso más en nuestra misión de preservar nuestra cultura y asegurar un futuro sostenible para nuestra comunidad.
Canela: También quería preguntarles sobre su experiencia en la Bienal de Venecia de este año. ¿Cómo les fue y cómo lograron dialogar sobre su trabajo, especialmente con el gran mural que presentaron?
Kassia: La experiencia fue increíble. Creo que estamos viviendo uno de los momentos más fructíferos para un artista. Estar en la entrada de la Bienal representando a un colectivo indígena brasileño tiene un significado inmenso para nosotros. Pero no solo es importante para Mahku, también lo es para todo Brasil. Creo que esto marcó un punto de inflexión significativo a nivel mundial. Este momento es crucial, y esperamos que permita cosechar muchos frutos. Hasta ahora, hemos estado en observación, a la espera, pero confiamos en que esto impulsará a Mahku hacia nuevas oportunidades.
Vista del mural del Pabellón central de la Bienal de Venecia 2024 intervenido por el colectivo Mahku.
© Canela Laude Arce
Canela: ¿Han notado un cambio en la atención que el mercado del arte brinda a los artistas indígenas?
Kassia: Sí, tanto la Bienal de São Paulo como la de Venecia han dado pasos importantes al integrar el arte indígena en sus espacios. Y no es algo que solo ocurre en Brasil, es global. Escribí un artículo en 2019 sobre este nuevo momento en el arte, que incluye la producción indígena. Desde hace algún tiempo, la Tate tiene un curador indígena, Pablo José Ramírez, y en 2020 y 2021 vimos muchas exposiciones en todo el mundo destacando a artistas indígenas.
El mercado está cambiando, aunque no puedo decir con certeza si esto será duradero. Lo que es seguro es que hay un interés creciente por el arte indígena, y honestamente, no sé qué ha provocado este cambio. Creo que es una nueva perspectiva que se está desarrollando a nivel global.
Cuando vemos las catástrofes ambientales, que hoy son un problema tan grave, es imposible disociar estas crisis del rol de los pueblos indígenas. Nuestra conexión con el medio ambiente es profunda y cada vez más personas se dan cuenta de que no pueden abordar el tema ambiental sin incluir a los pueblos indígenas en la conversación.
Es esencial reflexionar sobre estas cuestiones, no solo desde la perspectiva de los indígenas, sino también de otras minorías que han sido históricamente marginadas y olvidadas en los márgenes de la sociedad.
Canela: Iba, ¿has notado algún cambio desde que comenzaste tu investigación sobre la lengua y la expresión cultural Huni Kuin?
Iba: Hubo un tiempo en que nuestra cultura se debilitaba, en gran parte porque la lengua se perdía. Antes de la llegada de Mahku, cuando navegaba por el río y visitaba a otras familias, nunca hablaba en nuestra lengua. Siempre usaba primero el portugués. Ahora, gracias al trabajo de Mahku, hemos podido revitalizar nuestra lengua.
Mahku preparó un libro distribuido en las escuelas, que incluye todo el material y las actividades que realizábamos. Gracias a este trabajo, la gente comenzó a reapropiarse de estos materiales. La esencia de nuestra cultura, el “espíritu del bosque”, se ha vuelto más presente. Hoy, muchas más personas hablan nuestra lengua, lo cual tiene un impacto enorme.
Canela: También mencionaste que estabas en contacto con miembros del pueblo Huni Kuin en territorio peruano.
Iba: Sí, he tenido contacto con ancianos de mi comunidad en Jordão y otros del Perú que han perdido gran parte de su cultura. Cuando llegas a Jordão, ya no encuentras muchos ancianos, la mayoría ya han fallecido. Me gustaría viajar a Perú para encontrarme con los ancianos que aún tienen ese saber. Quiero hacerles preguntas sobre nuestra historia, nuestra música y mitos, como el del puente del Jacaré.
Canela: ¿Y ahora, cuáles son las próximas perspectivas y proyectos para el colectivo?
Iba: Actualmente, estamos trabajando en varios proyectos. Recientemente presentamos propuestas al Instituto Moreira Salles, al Instituto Cometa y a la Pinacoteca. Registramos nuestras actividades y mostramos en qué hemos estado trabajando. En 2024, concluimos el proyecto que teníamos con la Pinacoteca de São Paulo, y ahora estoy esperando contactar a más artistas Huni Kuin para futuras exposiciones, posiblemente en París.
Canela: Para concluir, ¿hay algún mensaje que te gustaría compartir sobre el trabajo de Mahku o la exposición que están presentando?
Iba: Sí, el Espacio Krajberg es un lugar importante que cuida el medio ambiente y respeta nuestras raíces. El colectivo Mahku colabora con este espacio, y lo que hacemos es preservar y compartir la belleza de nuestra cultura. Cada exposición y cada mural que creamos son esfuerzos para garantizar que nuestra cultura y nuestra lengua permanezcan vivas y sean respetadas.
Version française
Le Mouvement des Artistes du peuple Huni Kuin présentent leur dernière exposition à Paris
Entretien réalisé par Canela Laude Arce
Le collectif Mahku, ou Mouvement des artistes du peuple Huni Kuin, est un collectif d’artistes créé en 2012, dans la terre autochtone Kaxinawá (Huni Kuin) de la rivière Jordão, dans l’État d’Acre, au Brésil. Comme en témoigne leur récente participation à la Biennale d’art de Venise de 2024, le collectif est un acteur central de la scène artistique contemporaine brésilienne et une référence en tant que collectif d’artistes autochtones dans le monde.
À la Biennale de Venise 2024, invités par le conservateur brésilien Adriano Pedrosa, curateur général de cette 60ème exposition international d’art – et directeur artistique du musée d’art de Sao Paulo (MASP), les artistes du collectif Mahku ont créé une peinture murale monumentale sur la façade du Pavillon Central de la Biennale mettant l’art autochtone contemporain brésilien au cœur de celle-ci. Ils ont actuellement une exposition à Paris, à l’espace Frans Krajberg, nommée YUXI NUKUKUNAI, O Encontro de Almas (les Rencontres d’Âmes), visiblejusqu’au 20 décembre.
Dans cet entretien, Iba Huni Kuin, membre fondateur du collectif Mahku, et Kassia Borjes Mytara, artiste, commissaire d’exposition, professeure et militante Karajá, qui a rejoint le collectif quelques années après sa création, retracent l’histoire du mouvement Mahku depuis ses débuts. Celui-ci a vu le jour avec des ateliers à but pédagogique et de préservation de la culture Huni Kuin, arrivant à une reconnaissance institutionnelle internationale par des expositions à la Fondation Cartier, au Musée d’art de Sao Paulo, ou encore à la Biennale de Sao Paulo.
Les œuvres du collectif Mahku contribuent à la sauvegarde de la culture vivante, des histoires, des chansons et des rituels Huni Kuin. Elles jouent un rôle de transmission aux nouvelles générations, tout en permettant de porter les revendications du peuple Huni Kuin tels que la possibilité de racheter et de protéger les terres Huni Kuin, ainsi que des revendications liées à la protection de la nature et à la préservation des cultures autochtones, au Brésil et dans le monde.
Douze ans après sa création, le récit de la préservation de la culture Huni Kuin et des transformations du collectif Mahku tissent des perspectives et montrent de nouveaux chemins pour l’art contemporain en Amérique Latine et dans le monde.
Canela : Bonjour Kassia, bonjour Iba. Je voudrais commencer notre entretien avec cette question : Comment le collectif Mahku a-t-il commencé ?
Iba : Le collectif a commencé comme une recherche personnelle. Je suis du peuple Huni Kuin, à Acre, à la frontière avec le Brésil. J’admire beaucoup le travail de mon père. Les chansons ne sont pas seulement des chants mais des connaissances profondes. Mon père est un maître et chanteur, tandis que ma mère est artisane : elle fait des paniers, de la poterie, des éventails, des tapis, cuisine et peint. Depuis tout petit, j’observais cela. Mon père réalisait aussi des coiffes de plumes et peignait avec des teintures naturelles. Pour les peintures, nous devions trouver du jenipapo pour travailler avec elles.
En 1983, à 19 ans, j’ai quitté la forêt pour m’installer en ville. Ce n’est qu’à 33 ans que j’ai commencé à étudier formellement. Je parlais ma langue, mais je ne savais pas l’écrire. J’ai intégré l’école et appris un autre type de lettres, l’alphabet. On me disait que je devais étudier ma culture. Quelle culture ? me demandais-je. Ils répondaient «tout», mais ce n’est pas vraiment tout ; il faut choisir sur quoi se concentrer.
J’ai commencé à aller à l’école et, en apprenant j’animais aussi des activités artistiques, comme la peinture. Je peignais beaucoup, et en 2000, avec plus de connaissances, on m’a encouragé à faire des recherches sur un sujet qui m’intéressait. J’ai décidé de me concentrer sur la musique. Je suis devenu musicien pour le Mexepalm, une cérémonie sacrée avec des boissons rituelles, et avec mon père nous avons composé 58 chansons.
Parfois, il m’est difficile d’expliquer cette connaissance aux non-autochtones. Je comprends ma langue et sa signification profonde, mais la transmettre est compliqué. J’ai essayé de l’exprimer à travers la peinture, et cela a bien fonctionné. Notre musique parle du ciel, des oiseaux, de la nature, et c’est notre message. C’est ainsi que j’ai commencé, d’abord en écrivant les chansons, puis en les interprétant à travers des dessins. Chaque chanson a une signification profonde que je transforme en images pour mes proches, notamment pour les enfants qui ne comprennent pas encore bien la langue. De cette façon, j’ai recommencé à admirer notre travail, par le biais de notre langue qui a failli disparaître mais que nous sommes en train de récupérer.
Après avoir écrit un livre avec ces chansons, je l’ai distribué, et c’est ainsi que le collectif a commencé, un effort commun avec mes élèves, mes neveux, mes enfants et mes sœurs. Toute notre famille travaille ensemble dans ce projet.
En 2014, nous avons commencé à peindre des murs et des fresques. Le premier mural mesurait 30 mètres carrés. Ensuite, nous avons peint au MASP, puis à Santiago du Chili et à Munich, en Allemagne. J’ai aussi peint à Rio Branco, à Acre. Avec ces peintures, nous aidons à préserver notre langue. Je suis aussi professeur et j’enseigne notre langue Huni Kuin.
Nous avons ensuite créé un blog pour diffuser notre travail. Une semaine après son lancement, j’ai rencontré Bruce Albert, qui est anthropologue. Il était un des premiers intéressés, venant de France, et voulait en savoir plus sur les dessins qui accompagnaient nos chansons sacrées. Il nous a mis en contact avec la Fondation Cartier, et en 2012, nous avons participé à notre première exposition internationale, à la Fondation, où le nom Mahku a émergé.
Le Mouvement Mahku est bien plus que de l’art : il inclut la langue, la peinture, le tissage, la médecine et la nourriture traditionnelle, ainsi que les peintures corporelles et aujourd’hui, le digital. Mahku est un mouvement multimédia. Mais Mahku signifie aussi autre chose : c’est notre langue la plus ancienne. Comme vous avez la pédagogie, nous avons Mahku. Mahku est notre université, où nous apprenons et préservons notre langue et notre culture. La responsabilité de Mahku est de protéger notre culture.
Canela : Et toi, Kassia, en quelle année as-tu commencé à travailler avec le collectif Mahku ?
Kassia : En 2018. J’ai rencontré Iba en Amazonie, et il m’a parlé de Mahku. Nous avons fait une exposition sur Mahku à l’Université Fédérale d’Amazonas, où j’enseignais et j’étais la sous-coordinatrice de la faculté. C’est là que j’ai rencontré Iba, en réalité. J’ai connu Iba avant de connaître Mahku. Ensuite, nous nous sommes réunis, mariés, et j’ai commencé à l’accompagner dans son travail. Avec le temps, je me suis davantage impliquée, surtout dans les aspects bureaucratiques comme la réalisation de contrats.
En 2018 et 2019, nous étions concentrés sur un projet au Centre Culturel Banque du Brésil, puis est arrivée la pandémie. Ensuite, la Pinacothèque de São Paulo nous a appelés pour une exposition, pour réaliser une fresque, c’était la première exposition avec une commissaire et des artistes autochtones. Naine Terena a été la première commissaire autochtone dans une grande institution au Brésil. Peu de temps après, l’Institut Moreira-Salles nous a contactés. J’ai commencé à organiser tous les documents et les bases pour l’exposition mais nous n’avons pas pu voyager et nous sommes restés à Uberlândia avec Iba et notre fils, travaillant sur deux grands projets pour la Pinacothèque. C’était notre première grande réalisation que j’ai organisée. Depuis, j’accompagne Iba dans toutes ses activités, et je me suis totalement investie dans Mahku, corps et âme.
Canela : Comment le travail du collectif a-t-il évolué au cours de ces 12 années ?
Kassia : Je n’étais pas là dès le début, mais depuis que Mahku a commencé en 2012, il y a eu une grande évolution. Le projet s’est professionnalisé de bien des façons. Par exemple, au début, Mahku utilisait des tissus simples et peignait directement dessus. En tant que professeure d’arts à l’Université de Rio, j’ai commencé à approfondir ces techniques, et nous avons travaillé à améliorer la préparation des toiles. Aujourd’hui, nous utilisons des toiles et des peintures spéciales, ce qui a élevé le niveau technique du travail.
Le thème, cependant, n’a pas changé. Mahku a toujours été centré sur les chants sacrés de l’ayahuasca, qui font partie de la recherche d’Iba. C’est une expression culturelle qui reste constante, mais les techniques de représentation artistique se sont améliorées. Je ne dirais pas que c’est une « évolution » au sens traditionnel, mais plutôt une professionnalisation en termes de présentation au monde non-autochtone.
Pour nous, la façon dont nous faisions les choses avant n’était pas un problème. Cependant, lorsqu’il s’agit de vendre ou d’exposer nos œuvres sur le marché occidental, préparer les toiles adéquatement et utiliser de meilleurs matériaux a augmenté leur valeur perçue.
Mahku a aussi évolué comme école d’art. De nombreux artistes sont passés par Mahku, mais aujourd’hui, nous avons cinq personnes considérées comme les maîtres ou guides du projet, qui enseignent aux autres. Parmi eux, il y a deux jeunes, Caia et Rita, qui font aussi partie intégrante de l’équipe.
Canela : Quel est le rôle de l’ayahuasca dans ton art et dans le travail de Mahkhu ?
Iba : L’ayahuasca est fondamental. Nous chantons trois chansons de nos racines, et nous demandons toujours l’autorisation, comme une prière. En chantant, nous demandons la force de la guérison, non seulement physique, mais aussi émotionnelle. C’est un acte de guérison et de joie, et cette énergie se reflète dans nos chants et nos peintures.
Canela : Quelle est la relation entre les œuvres artistiques produites et vos revendications sociales et culturelles, comme par exemple l’achat de terres ?
Kassia : Au-delà de l’art, Mahku a une fonction sociale claire : travailler pour le bien-être de la communauté. L’achat de terres est l’un des piliers de cet effort social. Avec l’argent que nous générons, nous achetons des terres pour des projets de reforestation et de logement.
Nous avons déjà commencé ce processus de reforestation, et nous ne détruisons rien ; au contraire, nous prenons soin de la terre et nous l’organisons de manière durable. De plus, Mahku a récemment acquis 16 lots près de la ville de Jordão, où nous prévoyons de construire des logements pour 16 de nos membres. Tout cela a été rendu possible grâce à l’effort collectif de Mahku et représente un pas de plus dans notre mission de préserver notre culture et d’assurer un avenir durable pour notre communauté.
Canela : Je voulais aussi vous interroger sur votre expérience à la Biennale de Venise de cette année. Comment cela s’est-il passé et comment avez-vous réussi à dialoguer sur votre travail, notamment avec la grande fresque que vous avez présentée ?
Kassia : L’expérience a été incroyable. Je pense que nous vivons l’un des moments les plus fructueux pour un artiste. Être à l’entrée de la Biennale représentant un collectif autochtone brésilien a une signification immense pour nous. Mais ce n’est pas seulement important pour Mahku, c’est aussi important pour tout le Brésil. Je pense que cela a marqué un tournant significatif à l’échelle mondiale. Ce moment est crucial et nous espérons qu’il permettra de récolter de nombreux fruits. Jusqu’à présent, nous sommes restés dans l’observation, dans l’attente, mais nous sommes confiants que cela propulsera Mahku vers de nouvelles opportunités.
Canela : Est-ce que vous avez remarqué un changement dans l’attention portée par le marché de l’art aux artistes autochtones ?
Kassia : Oui, tant la Biennale de São Paulo que celle de Venise ont franchi des étapes importantes en intégrant l’art autochtone dans leurs espaces. Et ce n’est pas seulement quelque chose qui se passe au Brésil, c’est global. J’ai écrit un article en 2019 sur ce nouveau moment dans l’art, qui inclut la production autochtone. Depuis quelque temps, la Tate a un conservateur autochtone, Pablo José Ramírez, et en 2020 et 2021, nous avons vu de nombreuses expositions à travers le monde mettant en avant des artistes autochtones.
Le marché est en train de changer, même si je ne peux pas dire avec certitude si cela va durer. Ce qui est certain, c’est qu’il y a un intérêt croissant pour l’art autochtone, et honnêtement, je ne sais pas ce qui a provoqué ce changement. Je pense que c’est une perspective nouvelle qui se développe à l’échelle mondiale.
Quand nous voyons les catastrophes environnementales, qui sont aujourd’hui un problème si grave, il est impossible de dissocier ces crises du rôle des peuples autochtones. Notre connexion avec l’environnement est profonde, et de plus en plus de personnes réalisent qu’ils ne peuvent pas aborder la question environnementale sans inclure les peuples autochtones dans la conversation.
Il est essentiel de réfléchir à ces questions, non seulement du point de vue des autochtones, mais aussi d’autres minorités qui ont été historiquement marginalisées et oubliées aux marges de la société.
Canela : Iba, est-ce que tu as remarqué un changement depuis le début de ta recherche sur la langue et l’expression culturelle Huni Kuin?
Iba : Il fut un temps où notre culture s’affaiblissait, en grande partie parce que la langue se perdait. Avant l’arrivée de Mahku, lorsque je naviguais sur le fleuve et rendais visite à d’autres familles, je ne parlais jamais notre langue. J’utilisais toujours d’abord le portugais. Maintenant, grâce au travail de Mahku, nous avons pu revitaliser notre langue.
Mahku a préparé un livre distribué dans les écoles, comprenant tout le matériel et les activités que nous réalisions. Grâce à ce travail, les gens ont commencé à se réapproprier ces matériaux. L’essence de notre culture, « l’esprit de la forêt », est devenue plus présente. Aujourd’hui, beaucoup plus de personnes parlent notre langue, ce qui a un impact énorme.
Canela : Tu as aussi mentionné que tu étais en contact avec des membres du peuple Huni Kuin sur le territoire du Pérou.
Iba : Oui, j’ai eu des liens avec des anciens de ma communauté à Jordão et d’autres du Pérou qui ont perdu beaucoup de leur culture. Quand tu arrives à Jordão, tu ne trouves plus beaucoup d’anciens, la plupart sont déjà décédés. J’aimerais voyager au Pérou pour rencontrer les anciens qui ont encore ce savoir. Je veux leur poser des questions sur notre histoire, notre musique et des mythes, comme celui du pont du Jacaré.
Canela : Et désormais, quelles sont les prochaines perspectives et projets pour le collectif ?
Iba : Actuellement, nous travaillons sur plusieurs projets. Nous avons récemment présenté des propositions à l’Institut Moreira Salles, à l’Institut Cometa et à la Pinacothèque. Nous enregistrons nos activités et montrons ce sur quoi nous avons travaillé. En 2024, nous avons finalisé le projet que nous avions avec la Pinacothèque de São Paulo, et maintenant j’attends de contacter davantage d’artistes Huni Kuin pour de futures expositions, possiblement à Paris.
Canela : Pour conclure, y a-t-il un message que tu voudrais partager à propos du travail de Mahku ou de l’exposition que vous présentez ?
Iba : Oui, l’Espace Krajberg est un espace important qui prend soin de l’environnement et respecte nos racines. Le collectif Mahku collabore avec cet espace, et ce que nous faisons, c’est préserver et partager la beauté de notre culture. Chaque exposition et chaque fresque que nous créons sont des efforts pour garantir que notre culture et notre langue restent vivantes et respectées.
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