Entrevista a Violeta Quispe de Sarhua durante la Bienal de Venecia 2024

Canela Laude Arce
11/07/2024

Violeta Quispe de Sarhua es una artista contemporánea peruana, heredera de la técnica y tradición de las tablas de Sarhua por su padre y madre. Las tablas de Sarhua son un arte pictórico popular originario de Sarhua, en la región de Ayacucho, y nombrado patrimonio cultural del Perú en 2018. Las obras de Violeta Quispe, retomando esa tradición, incorporan temáticas contemporáneas que la interpelan, como temáticas de género, migración o política, al mismo tiempo que mitos y leyendas ancestrales. Su trabajo es parte de la Bienal de Arte de Venecia de 2024, titulada Stranieri Ovunque (Strangers Everywhere), y curada por Adriano Pedrosa, director artistico del museo de arte de Sao Paulo, y primer curador latinoamericano de la Bienal. En esta entrevista, Violeta Quispe comparte su trayectoria artística y experiencia en la Bienal de Venecia.

Venecia, Abril 2024. Foto: Canela Laude Arce.

Buenos días, Violeta. ¿Para empezar, podrías presentarte y presentar tu trabajo?

Mi nombre es Violeta Quispe, mi nombre artístico es Violeta Quispe de Sarhua. Marco este nombre de Sarhua porque es el origen de donde aprendí la técnica con la cual estoy hoy en día participando. Es un patrimonio inmaterial de la nación trasmitido de generaciones en generaciones, de un pueblo que se encuentra en el departamento de Ayacucho en el Perú. Mis padres se encargaron en los años 80 y 90 de migrar con este arte y darlo a conocer, con otros familiares más. Yo salgo de esta nueva generación, mi propuesta es netamente enmarcar el tema actual y contemporáneo que yo vivo. En la tradición se marcaba contar la vida cotidiana de la comunidad, los cuentos, los mitos y leyendas. Yo también lo he hecho en algún momento, pero en mi reflexión artística empecé a pensar que yo no he nacido en Sarhua, respeto y conozco las tradiciones de mis origines, pero no he vivido ese contexto. Normalmente, la mayoría de mi vida he estado en Lima. Entonces respeto mucho esa técnica, pero quisiera sentir esa vivencia.

¿Cómo ha sido tu proceso de empezar a difundir tu trabajo artístico, en el Perú y también ahora al nivel internacional, como por ejemplo en la Bienal de Venecia?

Mi proceso ha sido desde mi espacio de gestación, desde prácticamente que he sido concebida. Mis padres han sido herederos de este arte, esta práctica patrimonial, conservando la tradición en cuanto al lenguaje, un arte migrante que salió del espacio de la comunidad andina a la ciudad. Se establecieron apostando por el arte, entonces ellos igual continuaron con esa línea de tradición, que era muy tradicional. Cuando surgen las tablas de Sarhua, surgen desde un patrimonio cultural inmaterial de la nación, que se trasmite de generación en generación, reconocido por el ministerio de Cultura desde el 2018. Y entonces, yo crezco, nazco rodeada de este entorno artístico. Desde muy pequeña, no tenía todavía una consciencia del valor de esto, quizás, por el tema de la discriminación que existía, y que aún existe lamentablemente, en la capital, con lo referente a lo étnico y andino por el tema de las características físicas. Ya tomé una consciencia más valorada en relación con el arte prácticamente entrando a mi adultez, a los 17 años, pero toda mi vida hice arte de tablas de Sarhua. Tengo fotos muy memorables mías, rodeada de este entorno desde mi infancia.

Archivo personal de Violeta Quispe. Cortesía de la artista.

Entonces, con la continuación de las enseñanzas de mis padres desde muy pequeña, para mí hacer arte era como respirar, como cambiarme de ropa, o vestirme. Entonces para mí ha sido muy interesante, muy enriquecedora esta parte de mi vida. Cada vez que me preguntan dónde he estudiado el arte que yo practico, digo que lo he estudiado desde que tengo uso de razón. Mi estudio de mi arte es prácticamente la edad que tengo, 35 años. Valoro, admiro, reconozco, respeto mucho la tradición, pero ya mi lenguaje ha ido cambiando. Como siendo parte de esta nueva generación, que tiene otra visión de vida, otro contexto, otra realidad, en base a eso, a partir de la práctica que yo heredé, plasmo estas inquietudes, desde mis propias percepciones, de la realidad y de la actualidad que vivo. Entonces ha sido super interesante, emocionante, y también reconfortante en el sentido que se está dando a conocer el arte de las tablas de Sarhua. Ya no solo desde un entorno de la artesanía como se conoce, y que hasta hoy en día hay mucha presencia de maestros que continúan en el rubro de la artesanía. Aquí en mí país todavía lamentablemente existe esta estigmatización con relación a lo artesano y al arte, y son mercados muy distintos, son espacios distintos. El nuevo lenguaje y las nuevas características que yo estoy adoptando en cuanto a este patrimonio del que he sido heredera me ha llevado a un entorno de arte contemporáneo. El arte contemporáneo es como le dice en realidad, yo considero que todo tipo de arte es contemporáneo. Pero en estos espacios básicamente como en la Bienal, me enorgullece que esta historia, este conocimiento, esta reflexión, el uso tanto de los materiales de mi propia tierra, mi propia practica esté dando a conocerse en el mundo.

Venecia, Abril 2024. Foto: Canela Laude Arce.

Irónicamente, no sé si lo he mencionado pero las tablas de Sarhua desde la propia comunidad era permitido ser ejercido solamente por hombres hasta que ese arte migre con mis padres, mis tíos, que se asientan en un distrito aquí en Lima, en Chorrillos, donde con estos migrantes y sus esposas, se permite la participación reciente de la mujer como parte de la práctica. Entre esas mujeres, esta mi madre, que es parte de la primera generación de mujer pintoras. Entonces, yo me siento muy orgullosa de que ella desde esa nueva generación con un enfoque distinto, mucho más abierto, las mujeres seamos las que estamos difundiendo. No hablo solamente del tema de la tradición. Yo hablo con mucho orgullo de donde se inicia el concepto de mi arte, pero mi lenguaje es distinto a la tradición de mi arte. Entonces hay este debate inquietante, interesante también, en respecto a si yo hago o no hago arte de Sarhua. La práctica, los materiales, los instrumentos que uso, los usan mis maestros, los usan mis tíos, los usan mi madre, que hasta hoy en día sigue haciendo la práctica de ese lenguaje tradicional, de la vida cotidiana de la comunidad, del árbol genealógico de la familia, los cuentos, los mitos, las leyendas, pero desde un enfoque distinto.

Para mí ha sido un proceso satisfactorio pero muy luchador también en la comunidad, muchas personas consideran que nuestro espacio ha sido privilegiado porque estamos en la capital en un país centralista que me ha dado la facilidad de acceder a otros espacios, pero justamente son esas facilidades que me han permitido ingresar a otros lugares, que me ha permitido transmitir lo que es ese patrimonio, esa preservación, continuación. Hago esas nuevas propuestas con mucho gusto, por ejemplo, el trabajo que muestro en la Bienal es algo salido del contexto tradicional, es una lenguaje, una comunicación distinta con el público. Son conceptos más actuales, por ejemplo, sobre el tema de género. Estoy contenta, el proceso de aprendizaje en mí todavía continua, estoy intentando tomar otros talleres, cursos, ampliar mi técnica en cuanto al arte. Participar en estos espacios me genera más intención y más interés de querer aprender más, para poder comunicar de forma distinta, pero conservando esa esencia que mis padres siempre me dieron.

Tu trabajo representa temas políticos, como la cuestión de género, pero también cuestiones de discriminaciones o de migraciones. ¿Como fue tu proceso de empezar a agregar estos temas a tu trabajo artístico?

Fue complejo, porque te hablo de un arte comunitario, de una comunidad andina que era muy conservadora. Ahora ya no, pero antes sí. Hay una obra que por primera vez apareció en una manifestación masiva de mujeres. Fue la primera vez que un arte popular tradicional hace presencia en una exposición activa en la calle que exige derechos fundamentales de género, en este caso para las mujeres. Es la primera obra que me permite salirme del canon aprendido por mis padres y de mi comunidad, hasta si le tengo mucho respeto. Yo no nací en mi comunidad, y tengo otra percepción de la realidad, y por eso empiezo a tener estos cuestionamientos. Por eso ha sido gracias a inspiraciones, mi madre fue invitada a una exposición de un colectivo de mujeres que se llama Trenzando Fuerzas, que fue un homenaje a un profesor que reconoció en las artes tradicionales un valor importante en cuanto a la preservación e historia del arte del Perú, y yo vi a esta exposición de mujeres multidisciplinarias, egresadas de academias, de cursos de arte, y mujeres que continuaban con un legado tradicional de las comunidades de la costa, de la Amazonia, de la sierra. Entonces yo vi ese uso poderoso del arte para poder generar una demanda distinta. Fue por la inspiración de estas mujeres, que pensé que yo también puedo usar esa herencia de mi comunidad, de mis padres, para poder plasmar cuestiones de mi interés. Es así como yo salgo de ese lenguaje tradicional para poder plasmar temas más contemporáneos en cuanto a mis propias percepciones y narrarlas en unas obras de arte.

Lima, Junio 2021. Foto: Canela Laude Arce.

Hubo por primera vez ocho artistas peruanos invitados a participar a la Bienal, pero también muchos artistas de América Latina que estaban invitados a participar. ¿Pudiste notar particularmente esta presencia peruana y latinoamericana en la Bienal durante tu estadía, y conocer a otros artistas?

Yo no he tenido el gusto de poder visitar una Bienal, mucho menos en Italia. He tenido experiencia en ferias internacionales, en ferias nacionales, en galerías de arte, una percepción de distintas formas de arte, pero también he mantenido un hilo conector siempre con el tema del arte tradicional y con esta belleza visual que manejan las comunidades en cuanto a su mensaje y la conexión que tienen con su tierra, con su técnica, con su historia. Para mí, fue algo interesante, novedoso, porque he visto cosas que nunca en mi vida había visto. He tenido expectativas muy altas en cuanto a los pabellones de otros países, entonces esta presencia de estos ochos artistas peruanos, y que sea un primer curador latinoamericano me hizo sentir muy honrada. Soy de Perú, la única mujer peruana a participar en la Bienal, con Sandra Gamarra, pero que ella radica en Madrid. Así que sentí un orgullo de estar con ella en un mismo lugar, pero ella representando un país, y yo en la muestra del Arsenale de Adriano Pedrosa. Fue muy interesante. He visto arte con el cual yo había tenido contacto muy directo, como el arte de México, de Guatemala. Ha sido muy bello poder verlo. He podido conocer otras técnicas que influyen mucho para mis creaciones futuras. Ha sido muy honroso poder representar esa parte de la historia de mi comunidad, como hija heredera, y decir con orgullo que eso surge a raíz de la herencia de la comunidad de Sarhua.

Venecia, Abril 2024. Foto: Canela Laude Arce.

¿Como ha sido tu experiencia en esta primera participación en la Bienal de Venecia?

Siempre me hablaban de la Bienal de Venecia como una de las exposiciones de arte más famosas al nivel mundial. Me hizo sentir un poco presionada en relación con lo que iba a mostrar en ese espacio, pero cuando ya estuve en el espacio, hablé de mis obras con todas las personas que les interesaba. Vivir del arte en Perú es muy difícil, de parte del estado falta implementar apoyo para los artistas tradicionales. Entonces esta participación me hizo entender que yo quería compartir sobre mi arte a cualquier persona que se interese. En Perú, tengo un taller, y hablo con la misma pasión y devoción que tengo sobre mi herencia, como lo hice con las personas en la Bienal.

El arte genera una conexión bien interesante entre la sensibilidad y la percepción de las personas, para poder identificarnos con las historias que se plasman. Mi arte es muy visual, va directo a la herida, quiere tocar los temas, y poder conectar con personas nuevas, en la Bienal de Venecia, ha sido muy bonito, a pesar del idioma, hubo traductores, y permitió que conozcan de mi propuesta. Eso ha sido muy satisfactorio.

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