Edgardo Navarro, Passerelles
Cual puertas de acceso a universos paralelos, los lienzos de Edgardo Navarro se ofrecen ante nosotros en estas salas. Cada elemento es susceptible de ser una llave al misterio. Horizontes, lentes, espejos, ventanas, cactus, tejidos y miradas ausentes, constituyen los pajes de este itinerario. En un vaivén caleidoscópico las palabras del célebre físico Stephen Hawking parecen confirmarse: “El universo no sólo tiene una historia, sino cualquier historia posible”.
Así, frente al síndrome contemporáneo del naufragio, Edgardo Navarro construye tierra con sus imágenes. Por medio de trazos largamente meditados, establece estructuras frágiles, pero entrañables y llenas de materia. Las capas de pintura se apropian de sombra y transparencia, ajustándose al capricho del relato, cuyo porvenir dependerá del punto o fuga que el espectador elija.
Sutilmente, sin percatarnos, las imágenes se hospedan incisivas en nuestra mente, y adoptamos el rol de sus personajes, ocupando espacios extrañamente familiares. La figuración, tan evidente en la obra del pintor, se presenta encriptada. Sus imágenes dialogan con la perspectiva renacentista, la morfología flamenca, la luz simbolista, la garra del muralismo mexicano y lo lúdico de la geometría. Sin embargo, pese al préstamo de imaginarios, el tiempo no parece detenerse en ninguna época precisa. Navarro encapsula en sus lienzos instantes de duda. Se trata de cuestionamientos irremediablemente humanistas que recuerdan la inestabilidad de nuestras realidades y la oscilación de las identidades.
Ante el ego del conocimiento, la cobardía del olvido y el peso de lo lineal de la historia, el pintor mexicano propone imágenes cuya arquitectura aspira a ser de naturaleza iconoclasta, alejándose del folklor y de cánones costumbristas. Edgardo Navarro construye pasarelas, puentes, que evidencian una ardua indagación técnica, dejando a la vista del ojo atento la belleza del doblez y de la falla.