Graciela Iturbide, Heliotropo 37
Del 12 de febrero al 29 de mayo de 2022, la Fondation Cartier pour l’art contemporain presenta Heliotropo 37, la primera gran exposición dedicada en Francia a la obra de la fotógrafa mexicana Graciela Iturbide, que cubre desde los años 1970 hasta hoy día. Para esta magna exposición-retrato, la artista nos ha abierto las puertas de su estudio en el número 37 de la calle Heliotropo en la ciudad de México, una espléndida obra del arquitecto Mauricio Rocha, también encargado de la escenografía de la exposición. Heliotropo 37 reúne más de 200 imágenes entre las obras más icónicas y las fotografías más recientes, así como una serie a color realizada expresamente para la exposición.
Galardonada con el premio W. Eugene Smith en 1987 y luego con el premio Hasselblad en 2008 -la más alta distinción para la fotografía- Graciela Iturbide es una figura mayor de la fotografía latinoamericana. Desde hace más de 50 años crea imágenes que oscilan entre un acercamiento documental y una mirada poética: “He buscado la sorpresa en lo cotidiano, un cotidiano que podría encontrarse en cualquier parte del mundo”. Si bien hoy es famosa por sus retratos de los indios Seris del desierto de Sonora o de las mujeres de Juchitán, así como por sus estudios fotográficos sobre las comunidades y tradiciones ancestrales de México, Graciela Iturbide siempre ha puesto una atención casi espiritual en los paisajes y los objetos. La presente exposición muestra por primera vez las dos vertientes de la obra de la artista y ofrece así una visión renovada.
Graciela Iturbide se inicia en la fotografía en los años 1970, junto a Manuel Álvarez Bravo (1902-2002), a quien acompaña en sus viajes por los pueblos y las fiestas populares de México. Allí observa cómo él busca un lugar adecuado para esperar que algo suceda y fotografiar lo que le interesa, casi invisible, sin nunca molestar. Se vuelve el mentor de la joven fotógrafa con la que comparte su sensibilidad y su acercamiento humanista al mundo.
La exposición ofrece un gran número de fotografías de las personas que ha encontrado o de los objetos que la han sorprendido y entusiasmado a lo largo de sus distintos recorridos por México, así como por Alemania, España, Ecuador, Japón, Estados Unidos, India, Madagascar, Argentina, Perú, Panamá, entre los años 1970 y los 1990. Entre las series emblemáticas del período, están Los que viven en la arena (1978), para la cual Graciela Iturbide vivió en la comunidad Seri, en el desierto de Sonora, en el noroeste del país; Juchitán de las mujeres (1979-89), un estudio dedicado a las mujeres y la cultura zapotecas del valle de Oaxaca en el sureste de México, o también la serie White Fence Gang (1986-89) sobre los cholos, las bandas de origen mexicano en Los Ángeles y Tijuana.
A menudo se la ha asociado con el realismo mágico, pero Graciela Iturbide prefiere la idea de una “dosis de poesía e imaginación”, que va más allá de la interpretación documental y reitera en sus viajes por el mundo la oportunidad de conocer y asombrarse: “el conocimiento es doble: cuando viajas, descubres cosas en el exterior, pero también en el interior de ti, que revela la soledad”.
Fuera de las fotografías que forjaron la notoriedad de la artista, la exposición Heliotropo 37 revela su trabajo reciente, escasamente exhibido hasta la fecha. A lo largo de los años, sus tomas se van despojando de la presencia humana y su atención se centra en las materias y las texturas, revelando así el lazo metafísico que la une a los objetos, a la naturaleza y a los animales. Naturata, una serie realizada entre 1996 y 2004 en el jardín botánico de Oaxaca, marca el inicio de la progresiva desaparición humana: plantas y cactáceas amarradas con cuerdas, envueltas en telas de yute, se difuminan bajo velos y redes.
A fines de los años 1990, Graciela Iturbide recorre Luisiana y contempla los paisajes desolados del sur de los Estados Unidos. Entre 2000 y 2010, prosigue su búsqueda de objetos y símbolos en India e Italia. Retrata anuncios publicitarios, amontonamientos de zapatos o de cuchillos en los escaparates, antenas mecidas por el viento, casas abandonadas e invadidas por la vegetación.
Una serie inédita de fotografías a color
En 2021, a solicitud de la Fondation Cartier, Graciela Iturbide viaja a Tecali, un pueblo cercano a Puebla (México), donde se extrae y se pule el alabastro y el ónix. Por excepción en su carrera, abandona el blanco y negro, y retrata a color las piedras rosadas o blancas durante el proceso de pulimiento. Los bloques de alabastro donde a veces se descubren signos o grabados, se recortan sobre el cielo cristalino como si fueran tótems.
Heliotropo 37
La exposición Heliotropo 37 saca su título de la calle donde se sitúa el estudio de Graciela Iturbide en el barrio de Coyoacán, en la ciudad de México. El edificio de ladrillo rojo fue concebido en 2016 por su hijo, el arquitecto Mauricio Rocha, a petición de la fotógrafa. Ella quería una torre de ladrillos protegida de las miradas ajenas y en la cual podría trabajar en la tranquilidad. En la exposición, una serie de fotografías realizada por Pablo López Luz ofrece un testimonio de este lugar singular de vida y de trabajo, donde los negativos históricos de Graciela Iturbide conviven con obras de arte popular mexicano, plantas y cactus, así como amplias bibliotecas que acogen los libros de los fotógrafos que la han inspirado.
Ahora, en colaboración con Graciela Iturbide, Mauricio Rocha ha creado la escenografía de esta magna exposición-retrato. Espectacular, radical, pero a la vez medido, su proyecto juega con los materiales utilizados y las aperturas de luz natural. Tal un templo heredado del modernismo y de la tradición arquitectónica mexicana, la escenografía crea una atmósfera propicia a la contemplación, que ofrece un eco a las composiciones de Graciela Iturbide y un nicho a sus fotografías.