Ka’a Body: Cosmovision of the Rainforest

 

Ka’a quiere decir, en guaraní, hoja, hierbas que curan. Ka ́a chico, selva. La selva está compuesta de estas infinitas conexiones, la grandiosa diversidad de la vida. Las artes creadas por la gente de la selva pretenden traducir las relaciones entre los Yvy Pory – los Seres de la Tierra (humanos y no humanos).

Bajo la curaduría de la antropóloga indígena Sandra Benites (Guaraní Nhandeva) y la asistencia curatorial de Anita Ekman (artista visual y performer brasileña), las obras reunidas en esta exposición expresan las diferentes formas de cosmovisión de los pueblos indígenas, de expresar sus entendimientos, sus sabidurías milenarias, afirmando sus formas de estar en el mundo, que son inseparables de la selva. Así como la hoja (ka’a) es parte de la selva (Ka ́a guy), el cuerpo es parte de este mundo, de este universo en su conjunto, de humanos y no humanos. Así, esta exposición está pensada como una traducción de este cuerpo-territorio, una forma de posibilitar el establecimiento de un diálogo entre indígenas y no indígenas sobre la historia de las selvas y los cuerpos.

Según la comisaria Sandra Benites, el arte es la búsqueda de la nhemonguetá (el diálogo verdadero). A través del arte se establece la nhemonguetá porãrã, el encuentro de la conversación, un diálogo futuro para el bienestar, para el buen vivir, para el buen diálogo, que trae más armonía al mundo. La nhemonguetá (el verdadero diálogo) es lo que trae la sanación – incluso de otras posibilidades de existencia, de encuentros. Así pues, lo que motiva esta exposición es que creemos que se conecta con la Nhemonguetá. Es a través de la Nhemonguetá que el arte crea un espacio de intercambio con el otro, lo que es muy importante en este momento, porque los pueblos indígenas no están aislados. Los indígenas estamos en el mundo y necesitamos ser vistos como protagonistas dentro de él.

Si el mundo es lo que es hoy, puede entenderse, por un lado, como el legado de la historia de usurpación colonial de los cuerpos y las selvas (como el oro extraído de la Selva Atlántica mediante la esclavización de los indígenas guaraníes y los africanos, y que sirvió de base para el consecuente surgimiento del sistema capitalista en Inglaterra); por otro lado, también debe considerarse como el resultado de la lucha de los pueblos que resistieron y aún hoy resisten valientemente dentro de estas selvas. Además, en los últimos cinco siglos estos pueblos han luchado no sólo por la supervivencia de sus propias culturas, sino también por la continuidad de la diversidad de todas las formas de vida que componen este territorio.

Por lo tanto, es necesario y urgente que el mundo reconozca las diferentes formas en que los pueblos indígenas perciben este cuerpo-territorio de selvas para que se mantenga esta trama de diversidades de formas de vida. Es necesario que las cosmovisiones de los pueblos indígenas puedan ser sentidas como el corazón palpitante de una sabiduría ancestral que contiene enseñanzas sagradas sobre cómo vivir en equilibrio entre todos los Seres de la Tierra.

Los artistas reunidos en esta exposición (artistas indígenas y colaboradores) se proponen, a través de sus obras, traducir visiones y abrir un diálogo con aquellos que no conocen las selvas, sus gentes y ni siquiera la historia común entre los cuerpos y nuestros continentes (América del Sur y Europa). Son los artistas incluidos en esta exposición los que romperán el silencio inquietante de nosotras las mujeres y los pueblos de la selva en un clamor de voces en resonancia con estos siglos de resistencia contra la destrucción de este cuerpo-territorio.

Los artistas indígenas no hacemos arte por el arte, todo es lucha, lucha por el diálogo y por la visibilidad, lucha que también es danza mezclada con el canto de las aves. Esta es la principal cuestión que plantea esta exposición, la traducción de estos mundos, expresión de la gente de la selva, de nuestras cosmopercepciones, de nuestras luchas dentro de estos espacios sagrados -como, por ejemplo, la Selva Amazónica, la Selva Atlántica y la Caatinga- que albergan la más abundante diversidad de formas de vida del planeta Tierra.

Nhemonguetá es la unión del guaraní nhe’é – que significa palabra, espíritu, ser…
con nhomo, que designa el todo como la interpenetración de lo uno y de lo otro. A través del trabajo, la danza y los cantos, se produce la relación de intercambio profundo. Por eso es tan importante este diálogo a través del arte, ya que hace surgir más armonía. Sabemos que el encuentro de los europeos con los indígenas estuvo marcado en sus orígenes por el conflicto, basado en la incomprensión por parte de los europeos del verdadero significado de la selva y de sus pueblos. Sin embargo, afortunadamente, estas posturas conflictivas pueden apaciguarse y convertirse en armoniosas y sagradas cuando se producen encuentros como el que proponemos para esta exposición.

El encuentro se vuelve sagrado a través de la Nhemonguetá, ya que comprende el hendu, que significa sentir y también escuchar. Una experiencia a través de la cual se despierta con agudeza la sensibilidad de la escucha, y aumenta el sentimiento de admiración, el mboravy opa, el gran amor. Es a través del diálogo que se recoge el amor del otro, ese respeto por la trayectoria del otro. El gran amor por el otro es la posibilidad de respetar las limitaciones del otro, la comprensión de hasta qué punto se puede avanzar, y respetar lo que es el otro. Ese otro puede ser otra cultura, pero también otra forma de vida. Esta es la gran enseñanza de los Yvy Pory, los seres de la Tierra. Somos Yvy Pory, todos lo somos. Por eso, esta exposición es como un llamado de alerta sobre nuestras selvas, la Selva Atlántica, la Selva Amazónica, e igualmente la Caatinga, que es un tipo de selva que sólo existe en Brasil. Es una alerta urgente que nos hace comprender cómo formamos parte de estos Nhemonguetá es la unión del guaraní nhe’é – que significa palabra, espíritu, ser… con nhomo, que designa el todo como la interpenetración de lo uno y de lo otro. A través del trabajo, la danza y los cantos, se produce la relación de intercambio profundo. Por eso es tan importante este diálogo a través del arte, ya que hace surgir más armonía. Sabemos que el encuentro de los europeos con los indígenas estuvo marcado en sus orígenes por el conflicto, basado en la incomprensión por parte de los europeos del verdadero significado de la selva y de sus pueblos. Sin embargo, afortunadamente, estas posturas conflictivas pueden apaciguarse y convertirse en armoniosas y sagradas cuando se producen encuentros como el que proponemos para esta exposición.

El encuentro se vuelve sagrado a través de la Nhemonguetá, ya que comprende el hendu, que significa sentir y también escuchar. Una experiencia a través de la cual se despierta con agudeza la sensibilidad de la escucha, y aumenta el sentimiento de admiración, el mboravy opa, el gran amor. Es a través del diálogo que se recoge el amor del otro, ese respeto por la trayectoria del otro. El gran amor por el otro es la posibilidad de respetar las limitaciones del otro, la comprensión de hasta qué punto se puede avanzar, y respetar lo que es el otro. Ese otro puede ser otra cultura, pero también otra forma de vida. Esta es la gran enseñanza de los Yvy Pory, los seres de la Tierra. Somos Yvy Pory, todos lo somos. Por eso, esta exposición es como un llamado de alerta sobre nuestras selvas, la Selva Atlántica, la Selva Amazónica, e igualmente la Caatinga, que es un tipo de selva que sólo existe en Brasil. Es una alerta urgente que nos hace comprender hasta qué punto formamos parte de estos seres de la Tierra, cuánto de nosotros es esta selva, y cómo esto puede ayudarnos a ver el camino que vamos a tomar, el futuro que vamos a construir, el Tenondé (primera experiencia) que sólo puede existir si todos caminamos juntos, garantizando plenamente que esta selva se mantenga viva. Ojalá estas obras de arte se transformen en semillas sembradas que den frutos. Es una posibilidad tangible de repoblar la selva diez veces más, si tan sólo pensamos en Ella. El futuro de nuestro cuerpo-territorio depende de ello. Debemos unirnos en tanto que humanos y no humanos como Yvi pory para poder respetar las especificidades de cada uno. Para ello, es necesaria la escucha, y también los encuentros -como el que se celebra en esta galería- para unir nuestras experiencias, para sumarnos a nuestro trabajo creativo como cuerpos que danzan en pareja.

Brasil es conocido por albergar la riqueza vegetal más abundante del mundo (46.097 especies, de las que el 43% son endémicas). Esta inmensa biodiversidad se encuentra principalmente en las selvas que componen el territorio brasileño, fruto de la milenaria custodia medioambiental de los pueblos indígenas. Estudios recientes sugieren que el 60% de la Amazonia es antropogénico, lo que significa que la selva tropical más grande del planeta fue plantada, cultivada y mantenida intensivamente por manos y mentes indígenas.

Texto curatorial de Sandra Benites y Anita Ekman