Mario García Torres. A History of Influence
Mario García Torres nació en 1975 en Monclova, México, y actualmente vive en Ciudad de México. Gran parte de su arte toma como punto de partida las obras y la esencia de manifestaciones culturales del pasado reciente, en particular de los representantes del Arte Conceptual, el Arte Povera o la crítica institucional. Apoyándose en diversos medios, como el cine, las proyecciones de diapositivas, la fotografía, el sonido, el texto, la escultura o la pintura, el artista analiza el material artístico (obras, documentos, posiciones, estrategias y mitos) con el fin de soñar una nueva historia o varias historias. De este modo, García Torres consigue ofrecernos perspectivas insólitas sobre el pasado y cuestiona lo que se suponen verdades universalmente válidas. A menudo, sus obras están impregnadas de un sutil y agudo sentido del humor. Con Una historia de influencias, el Fridericianum se enorgullece de presentar la primera exposición individual institucional de García Torres en Alemania.
La muestra de García Torres comienza con varias piezas expuestas en la Rotonda que forman parte del grupo de obras sin fecha titulado La paradoja de la cordialidad. Éstas giran en torno a contradicciones insolubles, es decir, paradojas, tendiendo un puente hacia posiciones del arte de los años 60, como la del artista italiano Michelangelo Pistoletto (nacido en 1933) y su pieza Metrocubo d’infinito (1966) [Un metro cúbico de infinito]. El grupo de obras de García Torres incluye esculturas de vidrio y metal, una tortuga robot móvil, un ballet de luz y una pieza literaria que se presentará en el Fridericianum en forma de manuscrito. Este último constituye la punta de lanza del conjunto de obras y ha sido realizado en colaboración con el cómico y director Eduardo Donjuan (nacido en 1978). Cuenta la historia de un profesor de matemáticas que, por casualidad, conoce a un artista y luego se encuentra repetidamente con gente del mundo creativo. Así, en el transcurso de sus clases universitarias, se le pide que enseñe matemáticas a estudiantes de arte. En este contexto, encarga a uno de los participantes en la clase, un prometedor poeta, que dibuje una línea infinita. En la pizarra del aula, la estudiante hace tres intentos, y su fracaso queda documentado en la obra de latón titulada Tres intentos de trazar una línea recta infinita . Después vuelve a intentarlo y traza una línea que atraviesa la pizarra, la pared y sale de la sala hasta que desaparece. Meses más tarde regresa, todavía con el utensilio de escritura en la mano, y sugiere así que ha resuelto la tarea, aunque la solución no sea tangible.
La paradoja de la cordialidad es seguida en la sala de la galería central por Merz, Rzemmmm, Zeeeeerm, Emrzzzzzz (A ritmo de Fibonacci). El título evoca un poema sonoro dadaísta, y la obra rinde homenaje al artista italiano Mario Merz (1925-2003). Se basa en una imagen del fotógrafo suizo Balthasar Burkhard, que muestra a Merz en el bar Standuhr que existió en la Fünffensterstrasse de Kassel y que el italiano frecuentó durante los trabajos de instalación de la documenta 5 (1972). García Torres utilizó la foto histórica, que encontró en el curso de una investigación en el Archivo Harald Szeemann del Getty Research Institute de Los Ángeles, para hacer una película: Animó el escenario para que, en el transcurso de la secuencia, Merz se enzarzara en una danza cada vez más frenética. Las imágenes en movimiento van acompañadas de sonidos electrónicos compuestos por el músico mexicano Sol Oosel (nacido en 1977), que también van incrementando su ritmo. La combinación de ambos, con su constante aumento del ritmo, es una interpretación del número secuencial infinito propuesto por el matemático Leonardo Fibonacci (c. 1170-c. 1240), que Merz citaba con frecuencia en sus obras para esbozar el principio de progresión. Con su obra, García Torres transforma el impulso estático de la fotografía en una narrativa dinámica que alude metafóricamente a la esencia de la persona artística.
Los espectadores de la galería central participan sólo de forma pasiva en la danza de Mario Merz, pero en la sala contigua tienen la ocasión de ser parte activa y realizar ellos mismos movimientos rítmicos. Ahí, un lema hasta cierto punto nostálgico formado por innumerables bombillas anima a realizar efusivos movimientos físicos sin que se oiga ningún sonido musical. García Torres realizó esta escultura luminosa en 2006: Muestra la palabra «Moonwalk» y parpadea al ritmo silencioso de la canción El Músico Chiflado, del músico mexicano Rigo Tovar (1946-2005). Este músico fue una de las varias personas que popularizaron el «Moonwalk» antes que Michael Jackson (1958-2009), a quien ahora se asocia indeleblemente con este especial movimiento de baile y que lo hizo mundialmente famoso. La palabra formada por las bombillas no sólo está relacionada con el «Moonwalk» de Tovar, sino que también hace referencia a las opulentas escenografías del músico mexicano, en las que su nombre formaba a menudo el fondo, compuesto por letras iluminadas. La escultura lumínica de García Torres y las instrucciones fotográficas realizadas en 2006, presentadas en un nicho de la pared y tituladas Lecciones de Moonwalk (Rigo Style), dan pie a reflexionar sobre cánones, desarrollos, influencias, apropiaciones, relaciones mutuas y aprendizaje mutuo.
Estos temas también inspiran las obras sobre lienzo más recientes de García Torres, realizadas en 2024 y 2025, que se muestran en la siguiente sección de la exposición. Se trata de polípticos, obras formadas por varios paneles que ha realizado mediante serigrafía. En ellas se registran innumerables nombres de músicos, bailes y géneros musicales, que se enlazan mediante líneas para poner de relieve dependencias, interdependencias y cambios. Por ejemplo, se establecen vínculos entre Michael Jackson, Quincy Jones (1933-2004), Donna Summer (1948-2012) y Beyoncé (nacida en 1981), o entre Hard Rock, Punk, Dance Punk, New Wave y Synth Pop. En lo que respecta a su orientación y diseño, las imágenes de García Torres recuerdan a los pizarrones que se utilizan en las aulas escolares o universitarias y, por tanto, hacen referencia a las convenciones sociales, la educación, la formación y la génesis y transmisión del conocimiento. Las listas no siguen en modo alguno un conjunto de reglas convencionales. Más bien reflejan la perspectiva personal de García Torres y, en esta medida, representan su intento de proclamar la validez de estructuras y acuerdos nuevos y alternativos. Las obras están integradas en una instalación que parece una lección de historia. Aquí García Torres propone un montaje escenográfico de sus cuadros con cortinas translúcidas y soportes escultóricos que remiten directamente a la primera documenta de 1955, cuyo objetivo explícito era visualizar procesos históricos (perdidos).
La pieza fílmica sin fecha Falling Together in Time, que es la continuación de este viaje en el tiempo hacia el siglo XX, adopta un punto de partida completamente distinto. La pieza dura unos 15 minutos y se presenta en dos grandes pantallas LED como las que se utilizan en los conciertos. Se trata de un videoensayo que aborda cuestiones como la sincronicidad, la coincidencia y la percepción subjetiva del tiempo. Toma como punto de partida Jump, el éxito de los ochenta de la banda estadounidense de hard rock Van Halen que hace tiempo que forma parte de la memoria musical colectiva. García Torres se interesa menos por la canción en sí y más por los inesperados vínculos y coincidencias que han surgido en torno a ella. El autor encuentra una serie de vínculos asombrosos entre Van Halen y personajes y acontecimientos que de otro modo serían totalmente independientes. Por ejemplo, establece conexiones con Muhammad Ali (1942-2016), una de las leyendas del boxeo más grandes de la historia, y con un camionero de Manchester.
Tales vínculos pueden parecer arbitrarios a primera vista, pero en el ensayo de García Torres adquieren significado por sus paralelas coincidencias temporales y temáticas. La pieza fílmica combina elementos de la filosofía, la cultura pop y la historiografía para tejer una compleja narración sobre la existencia simultánea de acontecimientos que posiblemente no tengan una relación causal directa entre sí, pero que, sin embargo, y sorprendentemente, resuenan unos con otros. Al hacer visibles estos paralelismos fortuitos, García Torres nos reta a reconsiderar nuestra propia percepción del tiempo y de la historia. Falling Together in Time puede leerse como una respuesta al modo en que los significados cambian cuando se sitúan en un nuevo contexto. La obra muestra cómo nuestra percepción se ve influida por la realidad, qué conexiones establecemos entre momentos individuales, y cómo estos paralelismos aparentemente fortuitos pueden servir de puerta de entrada a una comprensión más profunda del mundo.
El efecto absorbente y envolvente de Falling Together in Time, que se sitúa como punto final en el ala noroeste del Fridericianum, contrasta con las formulaciones esencialmente silenciosas y empáticas que se presentan en la sección sureste. Todas estas obras se centran en el personaje de Xoco, que puede ser observado en dos espacios separados directamente junto a la sala central de la galería. Surgieron con el telón de fondo de la participación de García Torres en la documenta 13 (2012), cuando en realidad se encontraba en un año sabático para recargar la energía creativa que necesitaba para su práctica artística. Las obras se refieren, por tanto, a la cuestión de qué impacto puede tener en un individuo una gran exposición que tiene lugar cada cinco años. Xoco, el protagonista de ambas obras, es una criatura esponjosa con ojos desorbitados que podría haber salido de una serie de televisión infantil. Aparece dos veces en las exposiciones: En primer lugar, es el personaje central de la película de dibujos animados de 2012 Xoco, The Kid Who Loved Being Bored, cuyas imágenes fueron diseñadas por Tomoko Hirasawa (nacida en 1982), con Sol Oosel (nacida en 1977) como compositora de la música de acompañamiento. La película, que se proyectará dentro de la exposición en una sala construida a escala infantil, narra el mundo emocional de Xoco y describe la belleza y el uso del aburrimiento, que puede dar lugar a un potencial creativo.
Una narrativa similar constituye la base de la performance que ideó en 2021 y tituló Xoco está aburrido, que marca la segunda aparición de la criatura en esta exposición. Vemos al peludo Xoco, más grande que la vida, trotar desganado por las salas, reclinarse perezosamente contra las paredes o tumbarse letárgicamente en el suelo: estímulos para la introspección que pretenden inspirar.
La amplia escultura sin fecha Manifestazione tangibile di una fantasia mentale [Manifestación tangible de una fantasía mental] desvía nuestra atención de Xoco al siguiente conjunto de salas y ofrece una perspectiva sobre otro aspecto central de la obra de García Torres. Esta pieza de cobre patinado, que adopta la forma de una manguera de jardín infinitamente larga y enredada, es un homenaje al artista italiano Alighiero Boetti (1940-1994), a quien García Torres dedicó toda una serie de obras. Su escultura recuerda directamente a la pieza de Boetti Autoritratto (Mi Fuma Il Cervello) [Autorretrato (Mi cerebro está fumando)] realizada en 1993-94. Como el título indica, se trata de un autorretrato de Boetti. Con forma de estatua de bronce, la obra presenta al artista italiano en una ligera postura de contraposto. Vestido con un traje holgado, sostiene una manguera de jardín en la mano derecha y lanza un chorro de agua sobre su cabeza. Ahí se encuentran unos dispositivos de calefacción incrustados en su cabeza que transforman la mayor parte del agua en vapor que las corrientes de aire arrastran, mientras que el agua restante gotea sobre él en forma líquida. Con esta imagen insólita pero muy llamativa, Boetti alude al tema de la creación innovadora, a la búsqueda de nuevos pensamientos tan decisiva para toda mente creativa. Con manifiesta ironía, García Torres retoma el tema en su propia obra. Y, de paso, lo exagera de tal manera que podría dar la impresión de que la manguera de jardín ha adquirido vida propia -se ha emancipado- y, en busca de inspiración, se ha enredado salvajemente y se ha vuelto loca.
Realizada en 2010, la pieza titulada ¿Alguna vez has visto la nieve caer? también hace referencia a Boetti. Fue uno de los elementos principales en la presentación de García Torres en la documenta 13 (2012), y para la exposición individual del artista mexicano en el Fridericianum se ha dispuesto con la misma configuración espacial original que tenía en el contexto de la gran exposición en Kassel. ¿Alguna vez has visto la nieve caer? es el resultado de los muchos años que García Torres pasó buscando un lugar misterioso en Kabul, Afganistán: el One Hotel. Fue Boetti quien dirigió el hotel allí desde aproximadamente 1972 hasta 1979, poco antes de la invasión soviética del país. Durante muchos años se pensó que el hotel había sido destruido, no se había documentado su dirección exacta y sólo unas pocas fotografías e informes de los compañeros de Boetti atestiguaban su existencia. La obra que García Torres creó consiste en una presentación de diapositivas en la que combina documentación y ficción. A partir de fotografías de terceros, entre otras cosas, el artista mexicano se propuso localizar el One Hotel, algo que resultó notablemente difícil, ya que el tejido urbano de Kabul había cambiado drásticamente debido a las décadas de guerra. La exploración personal y las comparaciones con fotografías supervivientes le permitieron eventualmente recopilar evidencia visual de la existencia del hotel, pero él mismo nunca llegó a visitarlo. En la narrativa de imágenes, a la que aporta la voz en off del narrador, García Torres reflexiona no sólo sobre el legendario proyecto de Boetti, sino también sobre el proceso de búsqueda y visión, y sobre la fotografía como medio. ¿Alguna vez has visto la nieve caer? se convierte en una meditación sobre la memoria, el tiempo y sobre el uso de las imágenes para construir, interpretar y sentir la historia. Es sobretodo uno de los temas generales de la exposición de García Torres en Fridericianum, que constituye no sólo un largo y serpenteante recorrido por su obra, sino también como un recorrido a través de las siete décadas de historia de la documenta, dadas las numerosas referencias a la historia del arte y a Kassel en particular.
El debut institucional de García Torres en Alemania, que el Fridericianum acoge este año, se basa en numerosas presentaciones museísticas realizadas en todo el mundo en reconocimiento a su obra. Ha realizado, por ejemplo, exposiciones individuales en: Stedelijk Museum Ámsterdam (2007); Kunsthalle de Zúrich (2008); CCA Wattis Institute for Contemporary Arts de San Francisco (2009); BAMPFA—Berkeley Art Museum and Pacific Film Archive (2009); Galerie Nationale de Jeu de Paume de París (2009); Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid (2010); Madre—Museo d’Arte Contemporanea Donna Regina de Nápoles (2013); Hammer Museum de Los Ángeles (2014); Pérez Art Museum de Miami (2014); Modern Art Museum de Fort Worth (2015); Museo Tamayo de Ciudad de México (2016); TBA21 Thyssen-Bornemisza Art Contemporary de Viena (2016); Walker Art Center en Minneapolis (2018); WIELS—Centro de Arte Contemporáneo en Bruselas (2019); Museo Jumex en la Ciudad de México (2020); MARCO—Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey (2021); y Arte Abierto en la Ciudad de México (2024). Participó en la Documenta 13 en 2012.