La escritura de las apariencias
La Escritura de las Apariencias es un viaje sensorial y poético que cuestiona los límites de lo visible mientras traza la ruta que conduce a la antigua ciudad de oro de los Tayronas. Utilizando la fotografía y el cine como medio, esta exploración de la identidad, la naturaleza y la sabiduría ancestral eleva las voces de los pueblos indígenas y campesinos de La Sierra Nevada de Santa Marta, en la costa caribe de Colombia. A través de los testimonios de las comunidades locales se busca construir un puente entre la relación occidental con el territorio y las antiguas creencias espirituales que los indígenas Tayronas han conservado durante siglos.
Las capturas de la jungla presentes no son un conjunto de datos que tienen el objetivo de hacer un documento turístico o pedagógico. No queremos documentar. Queremos hacer sentir, hacer pensar, hacer ver. Ver es comprender, es juzgar, deformar, es resignificar. Ver es olvidar u olvidarse de sí mismo, ser o desaparecer. La jungla se libra a mi como una experiencia directa. La capturo en instantes en los que se libra a mi y yo me libro a ella. Es en el abandono de sí que existe el encuentro con el otro.
La escritura de las apariencias es una invitación a reflexionar sobre el poder y la vulnerabilidad de la imagen, encarnados en la fotografía y el cine, esto es, por un lado, una ventana a través de la cuál exploramos el espacio, y por el otro, un espejo, a través del cuál encontramos nuestro reflejo en el transcurrir del tiempo.
La exposición, pensada como un ascenso hacia la Sierra Nevada de Santa Marta, está organizada en cuatro bloques. El primero, intitulado Paisajes interiores, reúne una serie de fotografías tomadas en la parte baja de la montaña. Es el inicio del viaje, un momento en el que “no hay formas concretas ni formas abstractas”. Anamnesis — un concepto tomado de la filosofía griega, que se refiere a la interioridad del saber y a la exterioridad del conocimiento, es el nombre del segundo bloque de la exposición. Las fotografías reunidas en esta sección muestran las principales etapas del ascenso, marcadas por la presencia en las zonas bajas de los campamentos campesinos y en las zonas altas de los asentamientos indígenas. El recorrido de la exposición continúa con Saber como recordar, en el que la fotografía intenta restituir la fuerza de las palabras indígenas y la majestuosidad de la parte alta de la Sierra. La exposición se termina en Teyuna, nombre autóctono de la “Ciudad Perdida”. Esta sección reúne una serie de fotograbados sobre resina de coca que proponen un diálogo con las heliografías en placa de oro expuestas en la vitrina de la galería. Hablan de dos elementos —la coca y el oro— cuyo significado autóctono ha sido pervertido desde el inicio de la colonización.
La escritura de las apariencias es un proyecto audiovisual que propone un diálogo entre fotografía y cine. En paralelo a la exposición fotográfica en la galería Matiz de Barcelona, un largometraje documental experimental se encuentra en fase de pos-producción (apoyar el proyecto).
Cineasta y fotógrafo nacido en Colombia, Nicolás Cifuentes trabaja como artista multidisciplinario en proyectos audiovisuales entre Francia y Colombia. Es miembro activo de «Le Chien qui Aboie» como asociado y coordinador del festival Panorama de Cine Colombiano en París. En Francia, trabajó en múltiples proyectos documentales como «Psicomagia» de Alejandro Jodorowsky, «Détours-Atajos» de José Luis Bongore y Mathilde Jauvin, y «Música y Vida» explorando la gira europea del artista colombiano Carlos Vives.
A partir de estas producciones, comenzó a desarrollar sus habilidades como director de fotografía en la película Ceiba: Memorias de una familia cubana de Attys Luna Vega. Documental que fue seleccionado oficialmente en el festival de Tesalónica. En Colombia, trabajó en «Trazos» de María Isabel Ospina, que representa la inserción de un exguerrillero en la vida civil. Posteriormente integró el equipo de cámara del largometraje «Tantas almas» dirigido por Nicolás Rincón Gille, que obtuvo premios en el festival de los tres continentes de Nantes y en el festival de Marrakech. Mientras hacía todo esto, estuvo apoyando múltiples proyectos artísticos como la «Trilogía de un imaginario» dirigida por Rosa Gabbert como directora de fotografía, «El hijo de las amazonas» de Otman Salill, y el largometraje «Depuis que le Soleil a Brûlé» dirigida por Michaël D’Auzon como primer asistente de dirección.