Entrevista con Adrián Sosa, Premio Braque 2023 y su residencia artística en París
El artista argentino Adrián Sosa encuentra inspiración en las raíces de su historia familiar, donde lo rural, lo mágico y lo violento se entrelazan. Galardonado con el Premio Braque en 2023 por su videoperformance Cuando lo profundo está cerca, organizado por la Embajada de Francia en Argentina, Adrián tuvo la oportunidad de residir tres meses en la Cité International des Arts del Marais en París y de exhibir su obra en la exposición Tracé Bleu en LE CENTQUATRE-PARIS. La campaña «De Monteros a París», surgida tras su reconocimiento en el Premio Braque, fue un testimonio de solidaridad de la comunidad artística argentina y de sus seres queridos, permitiéndole hacer este viaje junto a su pareja Yanet y su hijo Ulises.
Esta entrevista, realizada en el centro cultural Le 6b durante la muestra Le Vol du Quetzal, curada por Dayneris Brito, captura los últimos momentos de la estadía artística de Adrián y su familia en París antes de su retorno a Argentina.
Adrián Sosa, Cuando lo profundo está cerca, 2023, videoperformance, 4 minutos 47 segundos.
Ganaste el Premio Braque, lo que te permitió venir a París. ¿Cómo percibiste la escena artística parisina en comparación con el contexto argentino?
Nos encantó la ciudad. Hablo en plural porque pude venir con Yanet y Ulises. Principalmente vinimos para conectarnos con personas de la escena artística parisina y entender cómo funciona en comparación con el contexto artístico argentino. También queríamos ver cómo se movilizan y cómo están sobreviviendo actualmente artistas que vienen de Latinoamérica, de Argentina o de otros países. Me relacioné mucho también por el idioma con argentinos y con latinos. Aunque deseaba hacerlo, resultó complicado conectarme con personas que hablaran otro idioma; ahí noté claramente el límite que imponía esta cuestión del idioma.
Noté que hay mucho para ver, que no hay una sola escena. En Buenos Aires, y mucho más en Tucumán, por ejemplo, veía una galería, entraba y trataba de vincularme con las personas que manejan la galería. Aquí hay muchas cosas diferentes, muchas galerías. Por ejemplo, visité galerías que anunciaban “arte contemporáneo” en sus carteles, pero cuando entraba, era algo muy raro, reproducían o creaban souvenirs de obras clásicas que se pueden encontrar en el museo del Louvre. Era raro y gracioso también. Obviamente, no era lo que yo buscaba y vi muchas galerías así, que venden mucho a turistas o a un público similar. Fue divertido indagar, entrar a todo y empezar a ver qué es lo que está bueno y qué no tanto. No sé si tuve tiempo de hacer el análisis de mis preferencias porque siento que no terminé de ver todo lo que hay.
Para un artista que viene del interior de Argentina, resulta estimulante encontrarse con tanta actividad porque si estás trabajando, produciendo, relacionándote, tarde o temprano van a surgir oportunidades. Suceden cosas, te involucrás en exposiciones que te conectan con más personas y gradualmente creás espacios para exhibir tu trabajo, lo cual a menudo es el principal problema. A veces, en Tucumán puede que no tengas acceso a los espacios o los recursos necesarios para realizar una simple muestra donde la gente pueda venir, comentar y apoyar tu obra. Entonces eso estanca la escena. En cambio acá hay muchos espacios, lo cual es muy motivador para quedarse. No quiero decir que vivir del arte sea más fácil acá, pero para continuar trabajando y produciendo, la ciudad ofrece una amplia gama de oportunidades. Siento que ahora que me voy en una semana, incluso si me quedara solo dos días más, tendría más posibilidades de encontrarme con alguien y que sucedan cosas. Acá eso puede pasar.
¿Experimentaste alguna tensión o influencia en tu producción artística por el hecho de estar en París, una de las ciudades más grandes del mundo?
Por suerte si me problematicé con muchas cosas, lo cual es preferible a que no ocurra nada. Más allá de las obras que pude mostrar en el estudio abierto de la residencia, me sentí cuestionado por la ciudad y, en ocasiones, dudaba de mis decisiones y analizaba el hecho de migrar. Nuestra llegada a París coincidió con la difícil situación que atraviesa Argentina. Mucha gente en Tucumán sabe que estoy acá y se siente contenta por nosotros. De hecho, nos ayudaron a venir y muchos de ellos nos animan a quedarnos: «Tuvieron la oportunidad de escapar de Argentina, no vuelvan», nos dicen. Esto me llevó a reflexionar sobre la posibilidad de establecerme acá a toda costa. Observé también cómo otros artistas argentinos evalúan si quedarse en París considerando todos los beneficios que ofrece esta ciudad. Aunque inicialmente no venía esa idea, en un momento comencé a considerar seriamente la posibilidad de quedarme y me dediqué a investigar cuestiones administrativas y legales. Esto me generó cierta ansiedad. Sentí que el tiempo se agotaba antes de regresar a Argentina y que podría perder esta oportunidad para siempre… cosas muy paranoicas que me hicieron pasar por muchos estados. Esto lo estoy mencionando más allá de mi producción artística, aunque sé que se va a vincular si es que ya no están vinculados.
Tal vez cambie de opinión en el futuro, pero realmente no estoy seguro de querer establecerme en París. Este es mi primer viaje a un centro tan importante después de Buenos Aires. Hace apenas unos años que visité Buenos Aires y casi no salí de Tucumán. En ese momento también consideré quedarme en Buenos Aires debido a la efervescencia cultural, pero luego me di cuenta de que no era necesario, podía trabajar desde Tucumán. Y acá en París estoy pensando un poco así. Además no quiero quedarme en París y vivir arriesgadamente, en términos de papeles y un montón de cuestiones que sufre el migrante que viene en busca de una vida mejor. Incluso siento que quedarme en París, a pesar de sus ventajas, podría nublar un poco lo que puede pasar afuera de esta ciudad.
Estar en la Cité me ha mostrado que hay muchos artistas de Asia, África o América Latina que convergen en París, pero en sus respectivos lugares de origen también están ocurriendo cosas interesantes y diversas. Me atrae la idea de mantenerme conectado con esos centros de producción. Me gustaría regresar a Argentina y viajar nuevamente, quizás no a un centro como París, Madrid o Berlín, sino a esos otros territorios. Me gustaría producir allí, crear cruces interesantes y mantener un cuerpo de obra relevante. Tal vez solo visite los centros para exhibir mi trabajo, pero no para establecerme permanentemente. Esa es la parte que más me he cuestionado sobre estar en París.
Indudablemente el estar acá ha influido en mi trabajo. Aunque provengo de un entorno rural, hay muchos temas que me interpelan, como la situación del migrante, la del trabajador en las grandes ciudades y la organización urbana. Estar en París me ha permitido mostrar obras como el video que filmé en Tucumán, presentado en el CENTQUATRE-PARIS, y recientemente, he desarrollado un interés por los espacios verdes dentro de la ciudad y cómo se construyen, lo cual está muy vinculado a la arquitectura. Los juegos de los parques, que a menudo parecen obras de arte y están diseñados para interactuar con la gente, me resultan particularmente interesantes. Todos estos aspectos del entorno urbano captan mi atención.
En tu obra de 2017, llamada CASA. el abrasar del cerco, construís tu casa con cañaverales, exponiendo las problemáticas y la vida cotidiana de tu territorio, origen, e identidad. Me pareció interesante que acá en París nos hayas abierto las puertas de tu taller, que a su vez fue también tu casa durante este tiempo. Con Lo que dure la creciente, nos volviste a trasladar a tu contexto, el título pareciendo hacer referencia a tu situación en París, el estar en un punto alto de tu carrera artística hasta ahora. Dado que siempre pones adelante el contexto rural y tu identidad en tus obras, quería preguntarte en qué te inspiraste y si encontraste alguna dificultad al realizar esta obra en particular.
Adrián Sosa, Lo que dure la creciente, 2024, instalación de alambrado, proyección, dimensiones varias.
Llegué con un proyecto bastante definido pero sin saber si iba a materializarse o no. Mientras caminaba por las calles de París, estaba muy atento y receptivo para ver qué cosas llamaban mi atención, aunque también venía marcado con ideas anteriores.
Encontré esas maderitas unidas con alambre que formaban una cerca, un objeto que no podría decir que encontré acá porque es algo con lo que ya venía trabajando, algo común a mi entorno. Fue entonces difícil evitar o dejar de lado ese objeto para concentrarme en otra cosa, así que decidí usarlo. La idea de que las maderas se levanten desde el suelo o se inserten en la pared es una idea que había concebido previamente en bocetos sin haber tenido la posibilidad de concretarla. El estudio abierto me brindó la posibilidad de realmente hacer la instalación. Podríamos decir que el proyecto ya estaba más o menos delineado y cobró vida porque mientras exploraba la ciudad, me encontré precisamente con el objeto de esta idea preconcebida.
La idea de proyectar el río sí surgió más espontáneamente acá por el hecho de estar tan cerca del río Sena. Aunque atravesé por el río mil veces, al principio no le prestaba mucha atención, lo sentía tan parte de la ciudad que no lo veía como el increíble río que es, que atraviesa esta maravillosa ciudad. Me gusta ver en el mapa por dónde viene y seguir su curso. Así que se me ocurrió la idea de reflejar el río creando una réplica de él del otro lado de la Cité. Además, tuve la suerte de estar justo a la altura adecuada, en un primer piso. Si hubiera estado en el segundo, es posible que la proyección no se hubiera visto tanto, así que fue bastante oportuno.
Pasé mucho tiempo mirando por la ventana, observando el ir y venir de los autos y de la gente en el estacionamiento. Me llamó mucho la atención este espacio y se me ocurrieron muchas ideas para aprovecharlo. Por eso, proyectar en el estacionamiento el río, que finalmente fue el río Santa María, también fue muy satisfactorio, porque pude lograr lo que quería. Tenía la intención de salirme del ámbito del estudio, y pude hacerlo con esas proyecciones grandes. Estoy contento con el resultado y me dispara hacia otras cosas, estuve anotando muchas ideas. Eso es lo bueno de estar en residencia, no se trata solo de lo que mostrás al final, sino de todo el proceso que te lleva a nuevas ideas para poder concretar después.
Uno de tus objetivos durante tu residencia en París era conectar con gente y formar una red de contactos. ¿Creés que lograste alcanzar ese objetivo en estos tres meses?
Sí, pero lo que noté es que hay una variedad de formas de aprovechar la residencia. Durante mis visitas a los open studio en la Cité, observé diferentes enfoques de trabajo entre los residentes. Algunos estaban completamente inmersos en sus proyectos, y tenían mucho material, otros tenían menos para mostrar. Depende también de cuanto empeño le ponés al open studio, pero me di cuenta de que hay una gama de diferentes modos de sacarle provecho a la residencia. Personalmente creo que sí logré establecer contactos, algo que muchos que vienen de fuera de Francia hacen.
Hubo momentos en los que pasé mucho tiempo en el estudio sin trabajar, simplemente jugando con Uli o haciendo otras cosas, mientras que entre residentes se juntaban en un bar por ejemplo, lo cual también es una buena oportunidad porque en esos espacios forjás vínculos con artistas. Pero bueno, al final cada uno vive la experiencia a su manera. Algunos pasan mucho tiempo fuera de la Cité, visitando muestras y conociendo gente. Para otros esta no era su primera vez en París entonces ya se movían más fácilmente entre personas conocidas. Descubrí que no hay un modo correcto de vivir esta residencia, no me preocupé por seguir un patrón específico, simplemente traté de vivir la experiencia al máximo.
Yo vine con mi familia, y disfrutamos mucho del tiempo juntos. Cuando el clima no era favorable, como cuando llovía o hacía mucho viento, preferíamos quedarnos en casa, ver una película y cocinar algo, siempre lo pasamos genial. En días soleados, si teníamos ganas salíamos a explorar. Nos permitimos ser flexibles y hacer lo que teníamos ganas en el momento, lo que nos mantuvo muy relajados. Sin embargo, también teníamos en mente la idea de aprovechar las inauguraciones y otros eventos para conocer gente y espacios. Lo hicimos a la justa medida, no alocadamente, evitando sentirnos obligados a asistir a todos los eventos aunque no quisiéramos. Y siento que sí conocimos a mucha gente.
Armé un registro de contactos, anotando dónde conocimos a cada persona, cuánto tiempo llevaban en la ciudad y qué conexiones teníamos, ya que fueron muchas personas. Aunque mantuve esta lista de manera no tan sistemática, es útil para que en el futuro pueda revisarla y acordarme de nuestras conexiones. Por ejemplo, si mi meta es regresar a París dentro de dos años y quedarme al menos un año para cursar un máster o participar en talleres, me parece interesante planificar y tener objetivos claros. Planificar de esta manera me permite evaluar qué personas podrían apoyarme en el futuro y quiénes tienen una actitud positiva hacia mi trabajo. Aunque generalmente soy flexible y estoy abierto a lo que venga, encuentro valioso ser estratégico y reflexivo en mis decisiones.
¿Crees que haber ganado el premio Braque tuvo algún impacto en tu carrera? ¿Cuáles son tus impresiones de haber ganado este premio y cuáles son tus planes futuros a tu vuelta?
Si totalmente, el premio Braque es la distinción más importante que he recibido hasta el momento. Estoy consciente que gané visibilidad, que la gente me conoce más, especialmente en Argentina. En Monteros, en el pueblo que viví, hicimos una re movida para venir y mucha gente ya me ubica como “el artista que viajó a París”, aunque algunos no conozcan mi trabajo en detalle.
El premio Braque me brinda un montón de nuevas posibilidades. No sé qué tan a futuro planeo pero ahora que vuelvo a Argentina, pienso en algunas posibles muestras en lo que queda del año. El plan inmediato es volver y tratar de digerir todo lo que pasó acá, porque pasaron muchas cosas, y empezar a trabajar allá. Tengo la esperanza de concretar algunas ideas que he estado desarrollando, posiblemente aplicando a programas de subsidios para la producción. Estoy elaborando proyectos para exponer en salones o galerías, y estoy abierto a cualquier oportunidad que surja. Todavía no estoy comprometido con ninguna galería por ejemplo. Estuve trabajando con una de Tucumán pero antes de venir me distancié porque planeo colaborar con alguna de Buenos Aires que tenga un poco más de salida internacional.
Vincularme entonces con una galería más importante que pueda mover mi trabajo sería otro objetivo y dedicarme a trabajar, a producir, a poder escribir un poco más, que casi no escribo ni escribí sobre mi trabajo. Hacerme cada vez más profesional. Después de ganar el premio Braque armé mi página web y la voy manteniendo, actualizando, lo que percibo como un paso hacia una mayor profesionalización. También estoy considerando la posibilidad de formarme en áreas como el videoarte o el cine, que son campos que me interesan y en los que me gustaría profundizar. Pero más que nada tengo muchas ganas de producir, y para llegar a ese momento tienen que pasar un montón de cosas: generarse los espacios, asegurarse el financiamiento para vivir y crear, vender obras, y encontrar lugares para exponer. Estoy consciente de que hay un largo camino por recorrer antes de poder dedicarme plenamente a la producción artística, pero esos son mis objetivos a largo plazo.
Entrevista realizada por Florencia Balaguer
Traduction française
Entretien avec Adrián Sosa, lauréat du Prix Braque 2023 et sa résidence artistique à Paris
L’artiste argentin Adrián Sosa trouve son inspiration dans les racines de son histoire familiale, où s’entremêlent le rural, le magique et le violent. Récompensé par le prix Braque en 2023 pour sa performance vidéo Cuando lo profundo está cerca, organisée par l’ambassade de France en Argentine, Adrián a eu l’opportunité de passer trois mois à la Cité internationale des arts du Marais à Paris et d’exposer son travail dans le cadre de l’exposition Tracé Bleu au CENTQUATRE-PARIS. La campagne «De Monteros à Paris», qui a été lancée après sa reconnaissance au prix Braque, est un témoignage de solidarité de la communauté artistique argentine et de ses proches, qui lui a permis d’effectuer ce voyage avec sa compagne Yanet et son fils Ulises.
Cet entretien, réalisé au centre culturel Le 6b dans le cadre de l’exposition Le Vol du Quetzal, sous le commissariat de Dayneris Brito, retrace les derniers moments du séjour artistique d’Adrián et de sa famille à Paris, avant son retour en Argentine.
Tu as gagné le Prix Braque, ce qui t’a permis de venir à Paris. Comment as-tu perçu la scène artistique parisienne par rapport au contexte argentin ?
On a adoré la ville. Je parle au pluriel car j’ai pu venir avec Yanet et Ulises. On est venus principalement pour rencontrer des gens de la scène artistique parisienne et pour comprendre comment elle fonctionne par rapport au contexte artistique argentin. On voulait également voir comment les artistes d’Amérique latine, d’Argentine ou d’autres pays, sont mobilisés et comment ils survivent actuellement. J’ai également beaucoup interagi avec les Argentins et les Latinos en raison de la langue. Bien que je l’aie voulu, il était difficile d’entrer en contact avec des gens qui parlaient une autre langue ; là, j’ai clairement remarqué la limite imposée par cette question de la langue.
J’ai remarqué qu’il y avait beaucoup à voir, qu’il n’y avait pas qu’une seule scène. À Buenos Aires, et plus encore à Tucumán, par exemple, je voyais une galerie, j’y entrais et j’essayais d’entrer en contact avec les personnes qui la géraient. Ici, il y a beaucoup de choses différentes, beaucoup de galeries. Par exemple, j’ai visité des galeries qui annonçaient de l'»art contemporain» sur leurs affiches, mais lorsque je suis entré, j’ai découvert quelque chose de très étrange : ils reproduisaient ou créaient des souvenirs d’œuvres classiques que l’on peut trouver au musée du Louvre. C’était bizarre et drôle à la fois. Évidemment, ce n’était pas ce que je cherchais et j’ai vu beaucoup de galeries comme ça, qui vendent beaucoup aux touristes ou à un public similaire. Ça a été amusant de fouiller, d’entrer partout et de commencer à voir ce qui est bien et ce qui est moins bien. Je ne sais pas si j’ai eu le temps d’analyser mes préférences parce que j’ai l’impression de ne pas avoir fini de voir tout ce qu’il y a.
Pour un artiste venant de l’intérieur de l’Argentine, il est stimulant de trouver autant d’activité, car si on travaille, si on produit, si on est en relation avec les autres, tôt ou tard, des opportunités se présenteront. On crée progressivement des espaces pour exposer notre travail, ce qui est souvent le principal problème. Parfois, à Tucumán, on n’a pas accès aux espaces ou aux ressources nécessaires pour organiser une simple exposition où les gens peuvent venir, commenter et soutenir notre travail. Cela entraîne une stagnation de la scène. Ici, en revanche, il y a beaucoup d’espaces, ce qui est très motivant pour rester. Je ne veux pas dire qu’il est plus facile de vivre de l’art ici, mais pour continuer à travailler et à produire, la ville offre un large éventail d’opportunités. Je pense que maintenant que je pars dans une semaine, même si je ne restais que deux jours de plus, j’aurais plus de possibilités de rencontrer quelqu’un et que des choses se passent. Cela peut arriver ici.
As-tu ressenti une tension ou une influence sur ta production artistique du fait de ton séjour à Paris, l’une des plus grandes villes du monde ?
Heureusement, je me suis interrogé sur beaucoup de choses, ce qui est préférable à ne rien avoir. Au-delà des œuvres que j’ai pu montrer dans l’atelier ouvert de la résidence, je me suis sentie interrogée par la ville et, à certains moments, j’ai douté de mes décisions et j’ai analysé le fait de migrer. Notre arrivée à Paris a coïncidé avec la situation difficile de l’Argentine. Beaucoup de gens à Tucumán savent que je suis ici et sont heureux pour nous. En fait, ils nous ont aidés à venir et beaucoup d’entre eux nous encouragent à rester : «Vous avez eu la chance de fuir l’Argentine, ne revenez pas», nous disent-ils. Cela m’a amené à réfléchir à la possibilité de m’installer ici à tout prix. J’ai également observé comment d’autres artistes argentins évaluent la possibilité de rester à Paris, compte tenu de tous les avantages que cette ville a à offrir. Bien qu’au départ je n’aie pas eu cette idée, à un certain moment j’ai commencé à envisager sérieusement la possibilité de rester et j’ai commencé à me renseigner sur les questions administratives et légales. Cela a créé une certaine anxiété.J’ai senti que le temps était compté avant de retourner en Argentine et que je pourrais perdre cette opportunité pour toujours… des choses très paranoïaques qui m’ont fait passer par beaucoup d’états. Je le mentionne en dehors de ma production artistique, même si je sais que cela sera lié si ce n’est pas déjà le cas.
Peut-être que je changerai d’avis à l’avenir, mais je ne suis vraiment pas sûr de vouloir m’installer à Paris. C’est mon premier voyage dans un centre aussi important après Buenos Aires. Il y a quelques années seulement, j’ai visité Buenos Aires et j’ai à peine quitté Tucumán. À l’époque, j’avais envisagé de rester à Buenos Aires en raison de l’effervescence culturelle, mais je me suis rendu compte que ce n’était pas nécessaire, que je pouvais travailler à partir de Tucumán. Et ici, à Paris, je pense un peu de la même manière. De plus, je ne veux pas rester à Paris et vivre de manière risquée, en termes de papiers et de nombreuses autres questions que subit l’immigrant qui vient chercher une vie meilleure. J’ai même l’impression que rester à Paris, malgré ses avantages, pourrait obscurcir un peu ce qui peut se passer en dehors de cette ville.
Le fait d’être dans la Cité m’a montré que de nombreux artistes d’Asie, d’Afrique ou d’Amérique latine convergent vers Paris, mais qu’il se passe aussi des choses intéressantes et diverses dans leurs lieux d’origine respectifs. Je suis attirée par l’idée de rester connectée à ces centres de production. J’aimerais retourner en Argentine et voyager à nouveau, peut-être pas dans un centre comme Paris, Madrid ou Berlin, mais dans ces autres territoires. J’aimerais produire là-bas, créer des croisements intéressants et maintenir un corpus d’œuvres pertinent. Peut-être que je ne visiterai les centres que pour exposer mon travail, mais pas pour m’y établir de manière permanente. C’est la partie sur laquelle je me suis le plus interrogé concernant le fait d’être à Paris.
Indéniablement, le fait d’être ici a influencé mon travail. Bien que je vienne d’un environnement rural, il y a beaucoup de sujets qui m’interpellent, comme la situation du migrant, celle du travailleur dans les grandes villes et l’organisation urbaine. Être à Paris m’a permis de montrer des œuvres comme la vidéo que j’ai tournée à Tucumán, présentée au CENTQUATRE-PARIS, et récemment, je me suis intéressé aux espaces verts à l’intérieur de la ville et à leur construction, ce qui est très lié à l’architecture. Les jeux des parcs, qui ressemblent souvent à des œuvres d’art et sont conçus pour interagir avec les gens, m’intéressent particulièrement. Tous ces aspects de l’environnement urbain attirent mon attention.
Tu as une autre œuvre de 2017, intitulée CASA. el abrasar del cerco, où tu construis ta maison avec des lits de roseaux, en exposant les problèmes et la vie quotidienne de ton territoire, ton origine, et de ton identité. J’ai trouvé intéressant qu’ici, à Paris, tu aies ouvert les portes de ton atelier, qui était aussi ta maison pendant cette période. Avec Lo que dure que la creciente, tu nous as une fois de plus transférés dans ton contexte, le titre semblant faire référence à ta situation à Paris, à l’apogée de ta carrière artistique jusqu’à aujourd’hui. Puisque tu mets toujours en avant le contexte rural et ton identité dans tes œuvres, je voulais te demander ce qui t’a inspiré et si tu as rencontré des difficultés dans la réalisation de cette œuvre en particulier.
Je suis arrivée avec un projet assez bien défini mais sans savoir s’il allait se concrétiser ou non. En marchant dans les rues de Paris, j’étais très attentive et réceptive pour voir ce qui attirait mon attention, même si j’étais aussi marquée par des idées antérieures.
J’ai trouvé ces petits morceaux de bois assemblés avec du fil de fer qui formaient une clôture, un objet dont je ne pourrais pas dire que j’ai été trouvé ici parce que c’était quelque chose avec lequel j’avais déjà travaillé, quelque chose commun à mon environnement. Il était alors difficile d’éviter ou de mettre de côté cet objet pour se concentrer sur autre chose, j’ai donc décidé de l’utiliser. L’idée de faire surgir le bois du sol ou de l’insérer dans le mur est une idée que j’avais déjà conçue sous forme de croquis sans avoir eu la possibilité de la réaliser. L’atelier ouvert m’a donné la possibilité de réaliser l’installation. On peut dire que le projet était déjà plus ou moins esquissé et qu’il a pris vie parce qu’en explorant la ville, je suis tombé précisément sur l’objet de cette idée préconçue.
L’idée de projeter le fleuve est venue plus spontanément ici du fait que j’étais si proche de la Seine. Bien que je l’aie traversée des milliers de fois, je n’y ai pas prêté attention au début, j’avais l’impression qu’elle faisait tellement partie de la ville que je ne la voyais pas comme l’incroyable fleuve qu’elle est, qui traverse cette merveilleuse ville. J’aime voir sur la carte d’où il vient et suivre son cours. J’ai donc eu l’idée de refléter la rivière en créant une réplique de l’autre côté de la Cité. D’ailleurs, j’ai eu la chance d’être juste à la bonne hauteur, au premier étage. Si j’avais été au deuxième étage, la projection n’aurait peut-être pas été aussi visible.
J’ai passé beaucoup de temps à regarder par la fenêtre, à observer le va-et-vient des voitures et des gens sur le parking. Cet espace m’a beaucoup intéressé et m’a donné beaucoup d’idées pour l’exploiter. C’est pourquoi projeter sur le parking la rivière, qui était finalement la rivière Santa María, a également été très satisfaisant, car j’ai pu réaliser ce que je voulais. J’avais l’intention de sortir du cadre du studio, et j’ai pu le faire avec ces grandes projections. Je suis content du résultat et cela m’a poussé vers d’autres choses, j’ai noté beaucoup d’idées. C’est ce qu’il y a de bien dans le fait d’être en résidence : il ne s’agit pas seulement de ce que l’on montre à la fin, mais de tout le processus qui nous amène à de nouvelles idées que l’on peut ensuite réaliser.
L’un des objectifs de ta résidence à Paris était de tisser des liens et de former un réseau de contacts. Penses-tu avoir atteint cet objectif au cours de ces trois mois ?
Oui, mais ce que j’ai remarqué, c’est qu’il y a une variété de façons de profiter de la résidence. Lors de mes visites aux ateliers ouverts de la Cité, j’ai observé différentes approches de travail parmi les résidents. Certains étaient complètement immergés dans leurs projets et avaient beaucoup de matériel, d’autres avaient moins de choses à montrer. Cela dépend aussi du degré d’engagement dans l’atelier ouvert, mais je me suis rendu compte qu’il y a différentes façons de tirer le meilleur parti de la résidence. Personnellement, je pense que j’ai réussi à avoir des contacts, ce que font beaucoup de personnes venant de l’étranger.
Il y a eu des moments où j’ai passé beaucoup de temps dans le studio sans travailler, juste pour jouer avec Uli ou faire d’autres choses, alors qu’entre résidents, ils se rencontraient dans un bar par exemple, ce qui est aussi une bonne opportunité parce que dans ces espaces, on tisse des liens avec des artistes. Mais en fin de compte, chacun vit l’expérience à sa manière. Certains passent beaucoup de temps à l’extérieur de la Cité, à visiter des expositions et à rencontrer des gens. Pour d’autres, ce n’était pas la première fois qu’ils venaient à Paris, donc ils se déplaçaient déjà plus facilement parmi les gens qu’ils connaissaient. J’ai découvert qu’il n’y a pas de bonne façon de vivre cette résidence, je ne me suis pas souciée de suivre un modèle spécifique, j’ai simplement essayé de vivre l’expérience au maximum.
Je suis venu avec ma famille et nous avons vraiment apprécié de passer du temps ensemble. Lorsque le temps n’était pas favorable, par exemple lorsqu’il pleuvait ou qu’il y avait du vent, nous préférions rester à la maison, regarder un film et cuisiner quelque chose, ce qui nous faisait toujours passer un bon moment. Les jours ensoleillés, si nous en avions envie, nous sortions et explorions. Nous nous sommes permis d’être flexibles et de faire ce que nous avions envie de faire à ce moment-là, ce qui nous a permis de rester très détendus. Mais nous avions aussi en tête l’idée de profiter des vernissages et autres événements pour connaître les gens et les espaces. Nous l’avons fait avec la bonne mesure, sans tomber dans la folie, en évitant de nous sentir obligés de participer à tous les événements même si nous n’en avions pas envie. Et j’ai le sentiment que nous avons rencontré beaucoup de gens.
J’ai tenu un registre de contacts, en notant où nous avions rencontré chaque personne, depuis combien de temps elle était dans la ville et quelles relations nous avions, car cela faisait beaucoup de monde. Bien que je n’aie pas tenu cette liste de manière systématique, elle est utile pour que je puisse la consulter à l’avenir et me souvenir de nos relations. Par exemple, si mon objectif est de retourner à Paris dans deux ans et d’y rester au moins un an pour suivre un master ou participer à des ateliers, je trouve intéressant de planifier et d’avoir des objectifs clairs. Une telle planification me permet d’évaluer qui pourrait me soutenir à l’avenir et qui a une attitude positive à l’égard de mon travail. Bien que je sois généralement flexible et ouverte à tout ce qui se présente, je trouve qu’il est utile d’être stratégique et réflexif dans mes décisions.
Considères-tu que l’obtention du prix Braque a eu un impact sur ta carrière ? Quelles sont tes impressions sur l’obtention de ce prix et quels sont tes projets d’avenir à ton retour ?
Oui, absolument, le prix Braque est la distinction la plus importante que j’ai reçue jusqu’à présent. Je sais que j’ai gagné en visibilité, que les gens me connaissent davantage, surtout en Argentine. À Monteros, dans la ville où j’ai vécu, nous avons fait un gros effort pour venir et beaucoup de gens me considèrent déjà comme «l’artiste qui a voyagé à Paris», même si certains ne connaissent pas mon travail en détail.
Le prix Braque m’offre de nouvelles possibilités. Je ne sais pas jusqu’où je compte aller, mais maintenant que je suis de retour en Argentine, je réfléchis à quelques expositions possibles pour le reste de l’année. Dans l’immédiat, j’ai l’intention d’y retourner et d’essayer de digérer tout ce qui s’est passé ici, car il s’est passé beaucoup de choses, et de commencer à travailler là-bas. J’espère pouvoir concrétiser certaines idées que j’ai développées, en présentant éventuellement des demandes d’aide à la production. Je travaille sur des projets d’exposition dans des salons ou des galeries, et je suis ouvert à toute opportunité qui se présente. Je ne suis pas encore engagé auprès d’une galerie, par exemple. Je travaillais avec une galerie à Tucumán, mais avant de venir ici, j’ai pris mes distances, car j’envisage de collaborer avec une galerie à Buenos Aires qui a une portée un peu plus internationale.
Alors, me lier à une galerie plus importante qui peut déplacer mon travail serait un autre objectif et me consacrer au travail, à la production, pouvoir écrire un peu plus, car je n’écris ou n’ai presque pas écrit sur mon travail. Devenir de plus en plus professionnel. Après avoir gagné le prix Braque, j’ai créé mon site web et je le maintiens, je le mets à jour, ce que je considère comme un pas vers la professionnalisation. Je réfléchis également à la possibilité de suivre une formation dans des domaines tels que l’art vidéo ou le cinéma, qui sont des domaines qui m’intéressent et que j’aimerais approfondir. Mais avant tout, je veux vraiment produire, et pour en arriver là, il y a beaucoup de choses à faire : créer des espaces, trouver des financements pour vivre et créer, vendre des œuvres et trouver des lieux d’exposition. Je suis conscient qu’il me reste un long chemin à parcourir avant de pouvoir me consacrer pleinement à la production artistique, mais ce sont mes objectifs à long terme.
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