Damián Ortega

Damián Ortega (Ciudad de México, 1967) se inicia como dibujante de historietas para periódicos en los años ochenta, abordando la escena política con acidez. Sus inquietudes plásticas dan un giro cuando se incorpora al Taller de los Viernes en Tlalpan (activo de 1987 a 1992), una suerte de escuela autónoma, donde entra en contacto con una comunidad creativa plural y alternativa al muralismo reaccionario dominante en México en aquel momento. En este marco realiza sus primeras esculturas, conservando el tono irónico de su anterior ocupación.

A lo largo de su producción Ortega se interesa por situaciones específicas y objetos cotidianos que altera y transforma para problematizar nociones más amplias, como los discursos económicos, sociales y políticos que articulan la materia y las relaciones en las que esta se ve inserta. Es precisamente la materia a muy diversos niveles, desde su composición y comportamiento molecular hasta los discursos que le dan forman o la sitúan en dinámicas de propiedad o jerarquías, el centro de sus investigaciones.

En este sentido, la arquitectura cuenta con un lugar privilegiado. De ella el artista destaca su condición de piel, de frontera que divide el espacio y determina la percepción del mismo. La altura de una construcción, por ejemplo, pone en cuestión las leyes de la gravedad y, al mismo tiempo, describe un entramado discursivo, es el lenguaje de intereses diversos. Obras como Materia y espíritu (2004), Piel (2007) o Pirámide invertida (2009-2010) exploran esta doble condición de lo arquitectónico, física y simbólica. Con De la serie Torre Latino (2007) parte de una construcción concreta, la Torre Latinoamericana, obra de Augusto H. Álvarez, edificada entre 1949 y 1956, y considerada uno de los exponentes más relevantes de la arquitectura moderna en México. Ortega reflexiona sobre la singularidad de sus cimientos, que poseen un carácter elástico resistente a los seísmos de la zona. En su pieza los entierra en un globo terráqueo, sobre el que se alza la torre, subrayando la voluntad inherente de las edificaciones de perdurar e imponerse a las condiciones adversas.

Para su intervención en el Palacio de Cristal, revisita la Torre Latinoamérica. En esta ocasión hace de ella un péndulo, invirtiéndola y colgándola mediante un hilo de acero desde el punto más alto de la cúpula del Palacio. Emplea, para su estructura, piel impresa, estableciendo de esta manera un juego entre la flexibilidad y ductilidad de esta y la solidez que se le presupone a la construcción arquitectónica. Su interior vaciado alberga un depósito de arena, que a modo de reloj y a medida que el péndulo oscila, libera los granos sobre el suelo del espacio dibujando formas imprevisibles. Este último aspecto, el movimiento y las variaciones inesperadas que produce en la materia son los temas centrales de otras piezas como Tusks (2012) o Materia en reposo (2004).

Damián Ortega cuenta con una dilatada carrera. Ha sido objeto de exposiciones individuales en centros de arte y museos de todo el mundo, como en el Hangar Bicocca de Milán (2015), el Museo Jumex de México D. F. (2014), el Museum of Contemporary Art de Los Ángeles (2005), la Tate Modern de Londres (2005), la Kunsthalle de Basel (2004) o el ICA de Filadelfia (2002). Asimismo ha participado en la 50ª Bienal de Venecia (2003) y la 27ª Bienal de São Paulo (2006). De forma paralela, desarrolla una importante labor editorial como coeditor y colaborador de la revista Casper Magazine entre 1998 y 1999, y como editor del proyecto Alias, que difunde la obra y el pensamiento de autores significativos para el arte contemporáneo que no habían sido antes publicados en habla hispana.

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