Daniel Steegmann Mangrané. No quería tomar forma, ni carne, ni materia
Comunicado de prensa
Título de la exposición en francés: Ne voulais prendre ni forme, ni chair, ni matière.
Del 20 de febrero al 28 de abril de 2019, el IAC presenta la primera exposición personal de amplitud del artista Daniel Steegmann Mangrané. El artista, de orígen catalán, nacido en Barcelona (España) en 1977, quien actualmente vive y trabaja en Río de Janeiro (Brasil), presentó su trabajo en numerosas exposiciones personales y colectivas a través del mundo, y recientemente durante la 14va Bienal de Lyon, Mundos flotantes.
Daniel Steegmann Mangrané concibe una obra polimorfa (dibujo, escultura, cine, instalación, etc.).
Su llegada a Brasil en 2004 fue motivada por su fascinación por la selva amazónica —de niño soñaba con ser biólogo, entomólogo o botanista— y por su descubrimiento de los artistas brasileros Lygia Clark y Hélio Oiticica. Desde finales de los años 1950, en la tierra de los fundadores del neo-concretismo, la intuición, la subjetividad y la participación del público debían servir para reconciliar dualismos anacrónicos, comenzando por la oposición bastante común que separa al objeto del sujeto.
Igualmente influenciado por la antropología y por los poemas de Stela do Patrocínio que inspiran aquí el título de la exposición, Daniel Steegmann Mangrané mezcla en su trabajo formas naturales y culturales. Explora el entrelazamiento de lo viviente a su entorno, y experimenta el espacio como una zona de sensibilidad y de relación.
Impregnado del perspectivismo ameríndio del antropólogo Eduardo Viveiros de Castro —que desplaza la distinción entre lo humano y lo no humano— y por el pensamiento de Philippe Descola quien aspira a superar las fronteras entre naturaleza y cultura, Daniel Steegmann Mangrané transforma profundamente y en su totalidad el espacio del IAC. El recorrido genera nuevos puntos de fuga, perspectivas cambiantes abiertas hacia el exterior. A partir de una geometría sensible que reposa exclusivamente en rayos de luz natural que atraviesan las sombras, el artista invita a la exploración y a la experimentación que revelan la esencia misma de lo viviente. Este recorrido traduce igualmente su fascinación por la noción de disolución, una disolución del sujeto que tiene el potencial de generar una toma de consciencia del entorno.
El entorno aquí propuesto por Daniel Steegman Mangrané se despliega a partir de la obra Phasmides. Entre entramado modernista y estudio antropológico, es una película centrada en el phasma (del griego «fantasma»). El encuentro inesperado del artista con un insecto-rama, en 2008, ha sido decisivo en tanto que le ha llevado ha emprender una investigación de larga duración sobre la superación de los dualismos occidentales. Largo como un palillo, inmóvil como una planta, este insecto es una especie mimética que domina el camuflaje y se confunde con el entorno hasta el punto de desaparecer de la vista. Roger Caillois en su texto « Mimétisme et psychasténie légendaire » (Minotaure, n°7, 1935), definía el mimetismo no como un dispositivo para esconderse de los predadores sino como la intención manifiesta de disolverse en el entorno. Phasmides muestra el fásmido apareciendo y desapareciendo como una paradoja viviente. El insecto desvela toda la ambivalencia de su ser, afinidad insospechada entre animal, vegetal y forma geométrica, para ofrecer una imágen « tan fuerte y tan frágil ». Su evolución se produce en entornos orgánicos y geométricos, poniendo en evidencia las relaciones en perpetua evolución con su medio, anulando de paso la oposición entre animado e inanimado. En eco a la cosmología ameríndia, las relaciones entre fondo y figura, sujeto y objeto, naturaleza y cultura no son evocadas en sí mismas, sino a través de las relaciones que propician.
La espacialización del conjunto de estas relaciones hace que el artista nos ofrezca un instrumento de acuidad en el mundo : « si no hay más sujeto y objeto, no hay espectador ni obra de arte, sino procesos de relaciones con transformaciones mutuas. Hay combinaciones entre agentes que se influyen entre sí ». El itinerario propuesto por Daniel Steegmann Mangrané se constituye para el visitante en un entorno iniciático acompasado por la trayectoria de la luz. Habitado por el fásmido, animal « sin cola ni cabeza », permite descentrar la mirada y experimentar su propia posición. El visitante involucra sus percepciones en esta deambulación concebida para él, a imagen del paisaje que el artista ha creado para el fásmido.
Daniel Steegman Mangrané nos invita a explorar nuestra propia presencia en el espacio, en los términos siguientes: « lo que yo busco siempre es suscitar el momento en el que el visitante deja de mirar sus obras y se interesa en su propia experiencia; el momento en el que se mira a sí mismo ». Una experiencia de sí que es propicia para la metamorfosis.