Habitar la falla
Provenientes de horizontes diversos pero pertenecientes a una misma generación, estos doce artistas, a través de sus respectivos medios de expresión, ofrecen visiones singulares para comprender un mundo en perpetua transformación. Doce miradas para captar la urgencia de vivir el presente, único resguardo ante la imposibilidad de imaginar el futuro. Doce formas de resistencia para afrontar las mismas incertidumbres y los mismos cuestionamientos. Doce maneras de vivir y de estar en el mundo, aquí y ahora.
A la vez testigos y actores, cada uno y cada una a su manera, los artistas se convierten en centinelas. Frente a las mutaciones sociales, políticas o medioambientales, esbozan los contornos de una resistencia silenciosa, afirmando al mismo tiempo la necesidad de una presencia activa, un compromiso indispensable ante los incesantes trastornos de nuestras realidades contemporáneas.
Aventurarse en los pliegues del mundo, infiltrarse en los intersticios, explorar las zonas de vulnerabilidad, anclarse en la inestabilidad, mantenerse alerta para transformar los márgenes en espacios de vida, pese a todo: tales son las estrategias desplegadas por estos artistas. La fisura, que resuena como una metáfora de nuestra época, se convierte aquí en un terreno fértil, un lugar de tránsito y reinvención, una zona de incomodidad desde la cual todo puede redefinirse. Es desde esta discontinuidad que surgieron las obras aquí presentadas, todas creadas durante la residencia.
El cuerpo parece imponerse como el punto en común de las obras presentadas: el cuerpo como espacio de experimentación, el cuerpo para crear un espacio de expresión. Ya se inscriba en lo figurativo, lo simbólico, lo político, lo social, lo emocional, lo mental o lo físico, este cuerpo se impone como una presencia ineludible. Omnipresente, impulsa una dinámica, define una escala de referencia, una forma y su contorno, una posición en el espacio, un contexto, una trama, un territorio. Se convierte en el prisma a través del cual se despliega una reflexión sobre la diversidad del mundo, su desmesura y sus constantes sacudidas.
¿Sería el cuerpo, en el fondo, el último refugio? ¿Un espacio propio donde aterrizar? ¿Un punto de caída salvador?
Doce lenguajes para repensar nuestra relación con el espacio, del cuerpo al mundo, como tantas pistas de reflexión, de confrontación y de protección. Doce artistas que, juntos, celebran la fragilidad y la resiliencia de la humanidad frente a los temblores de nuestra realidad compartida.
Texto de Ludovic Delalande, curador de la muestra
Traducido por Lupita