Marcos Avila Forero, Les choses qui vibrent

Marco Avila Forero, Las cosas que vibran
Comunicado de prensa oficial de la exposición
Versión en español hecha para Lupita
Guillermo Vargas Quisoboni

Marcos Ávila Forero es un artista que trabaja sobre el terreno en los confínes del mundo. Sus intervenciones contextuales condensan la fuerza del compromiso y el poder de la poesía. Su obra, que posee un equilibrio entre una aguda conciencia del mundo y un profundo sentido del mito, está atravesada por la cuestión del lenguaje y del desplazamiento, el aliento humanista y el compromiso. Animado por sus profundas convicciones, este artista colombiano trabaja con comunidades cuyas luchas desconocidas se empeña en traducir. A menudo opta por establecer paralelos entre realidades diversas que a priori se deberían mantener a distancia: en el Grand Café —Centro de arte contemporáneo de Saint-Nazaire— transita entre las noticias sirias, el proceso de paz en Colombia y la cuestión de las colonizaciones.

Para abordar estos fenómenos, Marcos Ávila Forero recurre al arte del pasado, desde la tragedia griega (Los Persas de Esquilo) hasta la investigación documental de Pasolini (Apuntes para una Orestiada africana, también inspirada en Esquilo). (1)

En «Les choses qui vibrent» (Las cosas que vibran), reúne obras clave de su carrera y creaciones hechas durante su residencia en Saint-Nazaire. La exposición será en permanente reconfiguración, impulsada por el trabajo de investigación, las actuaciones y los resultados de sus encuentros.

Su leitmotiv: el encuentro humano, una forma de conectar la política con el cuerpo y explorar la noción de reivindicación social. Como una partitura abierta, la exposición da la bienvenida al público con una pregunta abierta y universal: ¿qué instrumentos han de ayudarnos a luchar contra la opresión?

En la Gran Sala de la planta baja, el artista concibió un objeto doble y paradójico: un portavoz monumental que también es un barco, activable y móvil, capaz de moverse en el espacio público y en el mar. Fabricado en madera de nogal, esta nueva producción es al mismo tiempo un objeto flotante, musical y escultórico. Por su esencia recuerda la larga tradición artesanal de luthiers sirios (2), y en su estructura recuerda tanto el encofrado de una guitarra como el armazón de un navío.

¿Cómo referirse a la guerra, la violencia y el exilio sin recurrir al prisma de los medios de comunicación dominantes? Con esta escultura funcional, Marcos Avila Forero concibe un símbolo apropiable, un filtro amplificador que será activado por diferentes actores, investigadores y actores. Sus intervenciones se basarán en textos relacionados con el conflicto sirio, que se espaciarán en las paredes del espacio expositivo, transformado en un ágora. Marcos Ávila Forero propone aquí una relectura contemporánea de los Persas de Esquilo que se convierte en una herramienta de investigación contemporánea. Los Persas siguen siendo hasta el día de hoy no sólo la primera obra de la que conservamos constancia escrita, sino sobre todo una de las únicas tragedias griegas en las que se atacó la actualidad política de la época, la guerra entre los griegos y los persas. Esta tragedia que se despliega sobre los mares de la antiguedad es confrontada a la tragedia contemporánea en el mediterráneo. Marcos Ávila Forero mezcla los relatos y las temporalidades, haciendo énfasis en el valor de la palabra viva, la que mejor puede transmitir la experiencia del desplazamiento, en el espacio (el exilio) y en el tiempo (la memoria).

La instalación está claramente influenciada por el espíritu del dramaturgo brasileño Augusto Boal, el creador del Teatro de los Oprimidos, quien siempre defendió la contestación a partir de la duda. Él dijo: «Si usted ofrece certeza ante la duda, no responde a ninguna necesidad. El teatro político del pasado era unívoco, daba las respuestas correctas. Lo que intentamos hacer hoy es hacer las preguntas correctas, la mejor de las cuales creo que es: ¿qué pregunta quieres hacerte a ti mismo?». (3)

En el mismo enfoque artístico experimental, Marcos Ávila Forero parte en busca de una forma colectiva que comprometa al ser humano y su sentido de la responsabilidad.

En contraposición a la obra sobre los persas de Esquilo, la gran sala de la planta baja acoge a los palenqueros. Los tambores que resuenan como metáforas del viaje mezclan la historia del comercio triangular en Francia con la historia de la cultura de Palenque, una comunidad que surgió en la época colonial de los territorios rebeldes construidos en América Latina por fugitivos negros. En la exposición, estos instrumentos «reinterpretados» son portadores de valores implícitos, le dan voz a una reivindicación social y también representan superficies gráficas. La transposición entre imagen y lenguaje percusivo, entre pasado y presente, entre el aquí y el allá, es característica de la imaginación del artista, que florece en los procesos de traducción y en el establecimiento de conexiones históricas, en relación con objetos cotidianos, depositarios de una larga tradición artesanal.

Cuando el artista producía estos tambores, su gran temor era que no sonaran: el video Un Pechiche para Bencos atestigua lo contrario. Es un video que rememora la interpretación de Emile Biayenda, un músico que fue en busca de las raíces de la música de este tambor llamador para encontrar la inspiración de sus ritmos, reinterpretados a partir de elementos contemporáneos concretos.

En contraposición a la obra sobre los persas de Esquilo, la gran sala de la planta baja acoge a los palenqueros. Los tambores que resuenan como metáforas del viaje mezclan la historia del comercio triangular en Francia con la historia de la cultura de Palenque, una comunidad que surgió en la época colonial de los territorios rebeldes construidos en América Latina por fugitivos negros. En la exposición, estos instrumentos «reinterpretados» son portadores de valores implícitos, le dan voz a una reivindicación social y también representan superficies gráficas. La transposición entre imagen y lenguaje percusivo, entre pasado y presente, entre el aquí y el allá, es característica de la imaginación del artista, que florece en los procesos de traducción y en el establecimiento de conexiones históricas, en relación con objetos cotidianos, depositarios de una larga tradición artesanal.

Cuando el artista producía estos tambores, su gran temor era que no sonaran: el video Un Pechiche para Bencos atestigua lo contrario. Es un video que rememora la interpretación de Emile Biayenda, un músico que fue en busca de las raíces de la música de este tambor llamador para encontrar la inspiración de sus ritmos, reinterpretados a partir de elementos contemporáneos concretos. El texto que acompaña a estas imágenes atraviesa poéticamente el destino de dos personajes, símbolos de dos épocas, al igual que el tambor crea un vínculo entre la época colonial y la actualidad. Entre Bencos, un revolucionario negro que fue el primero en manifestarse contra la Corona española, incluso antes de Bolívar, y Camara Abdelaye, un emigrante clandestino que vive en Francia, con quien el artista trabajó en contextos políticos, se revela una comunidad, en el asidero de un barco que se ha convertido en caja de resonancia.

Es una vez más la cuestión del desplazamiento y de la traslación que aborda en el video Atrato, presentado en la pequeña sala de la planta baja: la poesía de las superficies acuáticas que llevan la onda sonora revela el sonido como materia libre, que se burla de los límites. En estas imágenes, el artista filma el Atrato, un río que atraviesa el bosque del Chocó en Colombia y que es escenario de frecuentes luchas armadas. Bajo la supervisión de un equipo de investigadores (antropólogos, etnomusicólogos y músicos), Marcos Ávila Forero propuso a algunos residentes afrocolombianos de la localidad redescubrir una antigua costumbre local, consistente en golpear la superficie del río con las manos para producir un sonido de bajo capaz de resonar a grandes distancias. El río se transforma entonces en un instrumento, un soporte catártico para este pueblo que, gracias a técnicas percusivas particulares, vuelve a tocar una composición que evoca el sonido de explosiones, los golpes de ráfagas y el impacto de balas. En danza y materia sonora, el artista y la comunidad reinventan un lenguaje colectivo codificado, paradójicamente alegre y emancipador: un repertorio de gestos sensoriales.

De la memoria, de la reinterpretación: en el primer piso del centro de arte, Marcos Ávila Forero muestra En San Vicente, un entrenamiento, un gran fresco en madera quemada que recrea escenas de la guerrilla, donde los combatientes entrenan con falsos rifles tallados en madera e imitan el sonido de las balas con la boca. La transcripción es íntima y desestabilizadora: los rastros carbonizados de las armas falsas de guerra dibujan una selva fabulosa en las paredes, mientras que un pequeño dictáfono escupe onomatopeyas a la vez beligerantes e incluso infantiles.

La ambigüedad y el contraste entre un sentido de irrealidad y la gravedad de la situación no hacen más que recordarnos que los entrenamientos mencionados son reales.

La obra de Marcos Ávila Forero no deja de interpretar los síntomas de una violencia actual, pero que a menudo es experimentada por comunidades invisibles. Su nueva serie de fotografías Montañita ZVTN atestigua esta capacidad de sacar a la luz, literal y figurativamente, las reivindicaciones reprimidas, las luchas de larga data que sacuden el mundo actual: el artista realiza el retrato de las parejas de guerrerilleros por medio de un dispositivo singular que reemplea la pólvora de las balas, hasta entonces necesarias para la confrontación armada, pero destinadas en este caso a iluminar la toma fotográfica. El efecto poético es sorprendente: los destellos deslumbrantes crean una escritura ligera que recuerda los primeros tiempos de la fotografía. De esta manera, el artista también pone el foco sobre procesos menos evidentes de la realidad histórica del conflicto social en Colombia: para una gran parte de la población, la única forma de salir de la sombra de la historia, de las tinieblas del olvido, ha sido a través de la luz de las balas. En estos retratos, Marcos Ávila Forero ha elegido un encuadre preciso, el mismo de los retratos históricos, para destacar la legitimidad de estos luchadores, que ahora apuestan por reemplazar las balas por una participación en la política. Encuadrados por estas masas incandescentes, estos combatientes transmiten una imagen particularmente tranquilizadora, donde quizás la posibilidad de contemplar la paz pueda ser leída en el boceto de una sonrisa.

«Les Choses qui vibrent» («Las cosas que vibran): ¿qué significa este título? Quizá evoca el sonido, la luz o al ser humano. Toda vibración induce un movimiento. En física la vibración designa el distanciamiento de los puntos de un sistema de su posición de equilibrio, hacia el cual pueden retornar ocasionalmente. Con movimientos leves o temblores violentos, la vibración es también un fenómeno que afecta a los cuerpos de manera profunda. Bajo el signo de este vibrato, signo de una sensible encarnación, esta exposición propone la posibilidad de un arte del encuentro.

Curaduría: Sophie Legrandjacques, directora del Grand Café – Centro de arte contemporáneo de Saint-Nazaire.

Textos: Eva Prouteau y el equipo del Grand Café (Sophie Legrandjacques y Amélie Evrard).

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Notas:

  1. En esta película, Pasolini revela en el mismo movimiento su interpretación del mito y su visión del África poscolonial: un momento central e ideal en el que conviven sociedades antiguas y modernas. Como una referencia flotante, inspira toda la exposición.
  2. Los famosos talleres de ouds siempre han preferido esta especie de madera, que está muy extendida en el este de Ghouta, un feudo rebelde ahora asediado, al este de Damasco. Hoy en día, esta madera es utilizada por la gente de Ghouta para calentarse, e inevitablemente se vuelve escasa. Los talleres están cerrando masivamente.
  3. Teatro del oprimido, Alba Editorial, Barcelona.

Enlaces de interés

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