Sens Unique

En español: Sentido único. Texto de Margaux Knight

Juan Gugger inaugura la Galerie Gardette con su exposición Sens Unique (Sentido único).

Juan Gugger, artista argentino radicado en París, ha hecho de la impermanencia el tema constante de su práctica artística y de su vida, que ha transcurrido entre diferentes residencias artísticas a lo largo de los últimos diez años. Su obra explora los estados transitorios de lo urbano y la violencia de nuestra modernidad en la era del capitaloceno, de la globalización material, cultural y política. Sus instalaciones son permeables al contexto extra-artístico en el que se inscriben: son a la vez un residuo involuntario y un reflejo crudo del mismo. La galería Gardette presenta dos series centrales de su trabajo que ocupan el espacio de forma radical. Abren el espacio de la galería hacia la calle, y el mundo del arte hacia la sociedad.

Juan Gugger interviene el espacio con un gesto disruptivo que inicia una situación particular, un territorio de negociación con los usos cotidianos del espacio. En la primera sala, nos encontramos con unas sesenta Boxes (All That Melted into the Air Solidifies on Surfaces), moldes de concreto de cajas de cartón recuperadas de las calles de París. Estas esculturas pueden leerse como una metáfora de la vida del artista: son objetos inestables con múltiples orígenes y destinos, cargados de un pasado enigmático. La acumulación de estas cajas vacías y descontextualizadas transforma la galería en un almacén industrial. Delimitan el espacio de circulación condicionando los movimientos de los cuerpos. Al fondo, la instalación Deck XIII (New Scenario), un montaje de palés reciclados entremezclados con desechos poliformes, limita nuestro campo de visión. También impide el acceso a parte de la sala, así como el uso de varias paredes colgantes. La forma de Deck XIII (New Scenario) se definió en concertación con el galerista, que necesitaba acceder a ciertas puertas para el uso económico y práctico de su galería. Es, pues, el fruto de estas negociaciones: entre la arquitectura, sus habitantes y el artista. Juan Gugger propone una experiencia escultórica e inmersiva de la arquitectura, vista aquí como una acumulación de esculturas, punto de partida de una relación renovada con nuestro entorno mental y físico.

El artista presenta esculturas polisémicas, en las que añade capas de materia que revelan capas de significado. Las Boxes (All That Melted into the Air Solidifies on Surfaces) envuelven y protegen, mientras que la Deck XIII (New Scenario) oculta y esconde. Ambas se sustraen del escenario urbano y se resignifican. Estas instalaciones cuestionan el «umbral de la lógica del monumento», al que alude Rosalind Krauss en su texto manifiesto (1). ¿Cómo encarnan estas esculturas contemporáneas una «pérdida de lugar»? ¿Cómo es posible que una caja de cartón deteriorada por azar en una calle anónima de París, recogida al azar por un artista nómada, acabe en una galería, sin función ni contenido? Juan Gugger presenta esculturas desarraigadas, hechas de escombros sin procedencia. Según Serge Lattouche (2), «una escultura es una representación conmemorativa», y las obras aquí presentadas encarnan una forma de anacronía, eco de los residuos que «flotan entre el olvido y la memoria». Los residuos recogen, registran y conservan recuerdos: los palés están marcados por sus antiguos usos, y las cajas numeradas por su identificación original. Son objetos que evocan el pasado y, paradójicamente, llevan consigo su futura desaparición y deterioro material. Esta descomposición es inherente a su condición de escombros, pero también se debe a la acción del propio artista. Los residuos reciclados se comprimen entre las tablillas de los palés, «asfixiados» en sus palabras. Esta deformación se hace eco de la violencia que sufren estos objetos, humillados por nuestro modelo de consumo, en el que producimos y luego tiramos. En otras palabras, las Boxes (All That Melted into the Air Solidifies on Surfaces) son impresiones, que hablan tanto de la ausencia como de la presencia del objeto original. «Las impresiones son en sí mismas objetos anacrónicos» (3). El pasado trabajando en el presente.

Las dos instalaciones utilizan materiales simbólicos del entorno urbano: cartón, concreto y palés industriales. En 1977, el urbanista Paul Virilio proclamó el «fin de la geografía» (4), debido a la disociación entre la velocidad de los intercambios y la diferenciación espacial. Estos objetos simbólicos y técnicos inauguran una nueva era: la del capitaloceno global. Encarnan la culminación de una estandarización del mundo: como unidad básica para la circulación de bienes materiales y un vocabulario visual que se ha hecho universal. El palé nació con fines militares en vísperas de la Segunda Guerra Mundial. Su uso se multiplicó en los años sesenta en paralelo al sueño consumista americano, como forma de homogeneizar la superficie del mundo, ocultando las irregularidades simbólicas y físicas del terreno. Es más, hoy en día el 80% de los productos que se venden por Internet están empacados en cartón. Las primeras cajas de cartón fabricadas en serie se construyeron hacia 1890, habiéndose convertido en un embalaje de transporte estándar en Estados Unidos a principios del siglo XX. Se pueden apilar, plegar y desplegar. Son maleables, fáciles de almacenar y reciclar. Su tamaño define y determina la forma de nuestras posibilidades. Juan Gugger considera que el envase es «el punto ciego de la historia de las empresas y el comercio» (5). La omnipresencia en los últimos meses de la flecha de Amazon refleja el monstruoso monopolio de la multinacional, cuyos residuos de cartón ponen de manifiesto el coste material de la revolución digital. Cajas de cartón en un mundo de cajas de hormigón.

Con un meticuloso virtuosismo técnico, el artista moldea uno a uno los embalajes de cartón que recupera, una caja que requiere hasta 26 horas de trabajo. Este gesto incide en el significado de la confluencia de estos dos materiales opuestos. Juan Gugger distorsiona el comportamiento clásico del concreto, volviéndolo quebradizo, maleable y ligero. Cada caja única de concreto se opone a la idea de reproducibilidad industrial masiva. Además, aunque estas cajas se pueden encontrar en todo el mundo, el concreto con el que se fabrican aquí procede directamente del contexto geológico local. Este material, difícil de transportar y fácil de producir, se consume generalmente en un radio de 200 km. Las cajas producidas en París tienen, por tanto, un contenido mineral y físico singular, y son intrínsecamente diferentes de las producidas en Bogotá o Los Ángeles. La obra de Juan Gugger plantea interrogantes sobre los vínculos entre los territorios geográficos, el comercio y la naturaleza no humana. Todos estos materiales transformados tienen un origen natural, pero han sido metamorfoseados por la tecnología industrial. Esto crea una distancia y una separación entre nuestras sociedades urbanas y los elementos no humanos.

Así pues, su trabajo se estructura en torno a una serie de espacios clave: la ciudad, donde recoge sus materiales de trabajo y sus cajas de cartón y palés desechados; el estudio, tanto físico como mental, donde elabora metódicamente sus esculturas; y, por último, la galería, que subvierte y cuestiona. Juan Gugger recupera los desechos del mundo contemporáneo como un acto silencioso de resistencia, un intento poético de contener la profusión del mundo.


    1. Krauss, Rosalind. “Sculpture in the Expanded Field.” October, vol. 8, 1979, pp. 31–44.
    2. Serge Lattouche, Déchets : l’art d’accommoder les restes, Ed. du Centre Pompidou, Paris, 1984, p.43
    3. Texte d’introduction du catalogue de l’exposition L’Empreinte, Editions du Centre Pompidou, 1997
    4. Paul Virilio, « Un monde surexposé », Le Monde diplomatique, août 1997
    5. Denis Woronoff, Histoire de l’emballage en France du xviiie siècle à nos jours, Presses universitaires de Valenciennes (Collection « Transports et mobilités »), 2014, 223 p.