Shéhérazade, la nuit

Oh, dichoso público, se dice que en un mundo sumido en múltiples crisis, los artistas se proponen escribir ficciones inspiradas en las realidades en las que viven. Estas ficciones se consideran herramientas críticas para la emancipación frente a los sistemas de opresión y explotación que todavía constituyen la matriz de nuestras formas de actuar y pensar. Se dice que intentan poner en mitos y fábulas las creencias y deseos que nos animan para componer otros mundos y crear nuevos futuros individuales y colectivos.

En sus obras, un androide activista discute sobre la sexualidad con plantas de soja transgénicas, una isla libre de toda huella humana emerge del océano frente a un territorio contaminado, los hombres-tigre se abalanzan sobre la dominación colonial, las mujeres y los políticos están dotados de empatía… Tejiendo narrativas como si fueran canastos, experimentan el potencial de transformación de la realidad a través de la ficción y nos invitan a dotarnos de un nuevo imaginario de poder que garantice una mayor capacidad de acción sobre nuestras actuales formas sociales.

Si, como declaró un mago francés en 1966, «los relatos del mundo son innumerables «1 , en la era de las mentiras de Estado y de los hechos alternativos, de la posverdad y de la gestión de los relatos, se dice que intentan en sus (contra)relatos romper activamente con los de la dominación. Se dice que viven en Singapur, Basse-Terre, Lisboa, Miyagi o París, pero que su lugar en el mundo depende tanto de su origen geográfico como de su inclusión en las enmarañadas redes históricas y narrativas. Se dice que sueñan con su prima Scheherezade, que, por la noche, entrelaza historias, desde lo absolutamente fantástico hasta el más crudo realismo, para distraer al sultán Shahryar del desastroso proyecto que ha concebido: casarse con una virgen cada noche antes de hacerla ejecutar al amanecer y acabar así con toda la humanidad. Contar historias para engañar a la muerte, hoy como en el pasado.

De esta voluntariosa luchadora con mil y un trucos retóricos y literarios, queda una dinámica que le permite atravesar territorios y épocas, que podría llamarse la función de Scheherezade: la que opone al escenario destructivo de un rey depredador, asesino y autoritario un conjunto de relatos, que invertirán el curso de la historia. Porque Scheherezade, y los artistas que la acompañan, dan rodeos, parecen desviarse y fabrican realidades sociales más que las representan, pero lo que está en juego es la supervivencia frente a las palabras hegemónicas y las ficciones controladoras, que quieren imponerse al mayor número, y conducirlo directamente a la catástrofe, por el simple beneficio de unos pocos.

Considerando la historia como una obra en construcción, constantemente saqueada y reinventada, ellos y ellas oponen en una dimensión política los poderes de la ficción a las ficciones del poder. Este recurso a la ficción, al mito y a la fabulación no debe ser considerado aquí como una evasión o una vía de escape, sino como un medio para debilitar y al mismo tiempo reforzar la realidad, como una forma de hacer y transformar seres y mundos. Frente a la omnipotencia del pensamiento racional y los sistemas epistemológicos heredados de la modernidad occidental, las obras presentadas en la exposición nos animan a tener en cuenta una pluralidad de perspectivas. Dan testimonio y al mismo tiempo inventan una realidad en la que los hechos históricos, el mito, el análisis político, el animismo y lo maravilloso se entremezclan sin jerarquía, para dar cabida a diferentes modos de transmisión y creación de conocimiento.

«¿Cómo se puede hacer una película de intervención social cuando se quieren filmar historias maravillosas? ¿Cómo se pueden filmar fábulas atemporales cuando se está comprometido con el presente?», se pregunta el cineasta Miguel Gomes en el prólogo de su adaptación contemporánea de Las mil y una noches (2015). Estas cuestiones cruciales, que esta exposición colectiva titulada Scheherazade, la noche, pretende abordar, están en el centro de la práctica de artistas de todo el mundo que convocan el tumulto del mundo contemporáneo a través del poder político de la narrativa y el imaginario.

La exposición, que tiene lugar en el nivel 1 del Palais de Tokyo, reúne obras de seis artistas: Minia Biabiany (nacida en 1988, Basse-Terre, Guadalupe), Miguel Gomes (nacido en 1972, Lisboa, Portugal), Ho Tzu Nyen (nacido en 1976, Singapur), Pedro Neves Marques (nacido en 1984, Lisboa, Portugal), Lieko Shiga (nacido en 1980, Okazaki, Japón) y Ana Vaz (nacida en 1986, Brasilia, Brasil).

La exposición se articula en una serie de muestras monográficas que se responden entre sí y componen otros tantos capítulos porosos entre diferentes contextos geopolíticos: de Europa a Brasil, del Caribe a Japón y el Sudeste Asiático. También se acompaña de un programa cultural, una serie de proyecciones y un número de la revista PALAIS #34 que ofrece un anclaje teórico y perspectivas literarias a la experiencia sensible de las obras.

Y cuando llega el día, Scheherazade guarda silencio.