Tamar Guimarães. La incorrupta

El Museo Reina Sofía presenta el último trabajo de la artista Tamar Guimarães (Belo Horizonte, Brasil, 1967). Se trata de la película La incorrupta, una obra especialmente concebida para el Programa Fisuras.

Guimarães desarrolla su trabajo en el campo de las instalaciones, filmes y piezas sonoras. Su obra se basa en la investigación histórica, incorporando con frecuencia materiales encontrados, como fotografías, textos, documentos y distinto tipo de objetos.

La pieza audiovisual que se exhibe ahora, con una duración de 36 minutos, es una ficción desarrollada en su mayor parte en un museo —aunque no se mencione de forma concreta de cuál se trata— con actores y no actores. Nos acerca al universo de esta artista brasileña que presenta, por primera vez en España, de manera individual, una de sus creaciones.

El relicario y la corrupción

El guion de La incorrupta es fruto de un proyecto colectivo que propone una narrativa híbrida entre el documental, el ensayo y la ficción. En él, varios trabajadores de un centro de arte, un becario y una profesora y sus alumnos se reúnen con una comisaria invitada (Judith), quien les propone una idea para una exposición. La obra cuestiona la manera en que la historia se crea, se entiende y se comunica, y aborda un tema tan actual como la corrupción, focalizando el diálogo en un objeto: un relicario del siglo XVII que contiene la famosa mano incorrupta de Santa Teresa de Jesús.

En la obra de Tamar Guimarães el cine es una herramienta de análisis crítico del mundo y de sus realidades socioculturales. La película plantea la cuestión de la corruptibilidad o incorruptibilidad, sirviéndose de la mano y de su historia como metáfora de la corrupción, pero también como objeto que abre debates plurales y permite descubrir le perplejidad de todos los que interactúan en el proyecto. Al referirse a esta cuestión, João Fernandes señala: “A su vez, se asume como metáfora de la condición humana, expandiendo el laberinto de posibles asociaciones e interpretaciones no sólo en relación con el ámbito de la política española contemporánea, sino también a nivel internacional, constituyendo en ambos casos un tema de discusión cotidiano”.

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En el film, el hecho de presentar un objeto de devoción religiosa en una exposición de arte contemporáneo provoca diversas reacciones entre los trabajadores del museo, que plantean cuestiones prácticas, como las autorizaciones necesarias para incluir el relicario en la muestra o sus condiciones de conservación; pero también se cuestionan el estatuto de una pieza de esas características en un museo y los significados, lecturas e interpretaciones que pueda generar. La complejidad de la situación aumenta cuando se sabe que la mano fue objeto de disputas durante la Guerra Civil y que Franco sentía una particular devoción por lo que representaba esa reliquia.

En este contexto, las propuestas de la artista se basan en narrativas históricas contingentes y fluidas, como espacios desde los que se puede reflexionar sobre el presente. Fernandes destaca también la analogía que parece existir con otras situaciones en las que los comisarios y los artistas proponen a una institución de arte la realización de un proyecto, así como el tono autorreferencial de la obra y la curiosa dicotomía que surge al plantearse cuestiones relativas a los espacios de trabajo y a los destinados al ocio.

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Y añade João Fernandes: “Los numerosos planos de manos estructuran todo el film, creando silencios ocupados por las acciones en las que éstas se entretienen… La película me ha hecho pensar en las relaciones entre ficción y documental en el contexto de una exposición en un museo, y reflexionar sobre el lugar del cine dentro de este marco, donde ambos se redefinen: el primero como obra y el segundo como institución de arte… A menudo, la presencia de un objeto en un museo tiene más valor por la ausencia de otras piezas. En este sentido, su película se pregunta por el lugar del cine dentro de la institución de arte…”.

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La relevancia de un museo de arte contemporáneo no reside solo en las obras que exhibe, sino, sobre todo, en los discursos que plantea, pues con ellos ofrece unas condiciones de interpretación a sus visitantes, cabría concluir, reafirmando el diálogo abierto en esta obra. Un film que propone a los espectadores un modo de interrogarse sobre su propia condición de público y sobre lo que conocen y desconocen de los museos, así como sobre la vida y la corruptibilidad de las experiencias que encuentran en ellos.

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Comisario: João Fernandes.

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