Elias Crespin | Slow Motion

Hoy en día célebre por sus móviles cinéticos programados, el venezolano Elias Crespin, en el marco de la exposición «Slow Motion» en la Maison de l’Amérique Latine, reunió un conjunto excepcional de obras concebidas entre 2010 y 2016.

El artista, que cuenta hoy entre uno de lo más grandes hereditarios del constructivismo y del arte cinético, se impone sobre la escena artística internacional por la belleza ingeniosa de sus creaciones.
Sus estructuras geométricas, que juegan a la repetición de formas simples (triángulos, cuadrados, círculos, líneas),  cobran vida en el espacio al ritmo de secuencias determinadas por algoritmos matemáticos. Este trabajo de programación constituye la culminación de dos años de investigaciones llevados por Elias Crespin, quién antes fue ingeniero. En el origen de su obra, hay también un pasado en el atelier de su abuela, la artista Gego, que tenía como material de predilección las varas de metal. En Caracas, el joven Elias Crespin conoció a las mayores figuras del Cinetismo, como Otero o incluso Soto, del cual el descubrimiento de los cubos virtuales le sugerió su puesta en movimiento.

Los móviles de Elias Crespin, suspendidos en el aire por hilos invisibles, presentan configuraciones espaciales que no cesan de sorprender al espectador. Este arte programado, que no muestra ninguna linealidad mecánica, privilegia la lentitud a la rapidez. El artista no para de crear la sorpresa, según si las formas se difractan, se dilatan, se dispersan, pasando así del orden al caos, de lo simple a lo complejo.

De una realización a otra, Elias Crespin explota con sutileza las propiedades estéticas de los materiales: luminosidad transparente o colorida del plexiglas, finesa gráfica del metal, juego de contrastes entre el cobre y el latón… Asimismo, el artista sabe suscitar la fascinación cuando despliega en gran escala, como podrá hacerlo en la Maison de l’Amérique latine, instalaciones constituidas de muchos móviles: sus movimientos, sabiamente orquestados, dan lugar a una coreografía aérea, en la cual no sabríamos anticipar el juego infinito de composiciones.

Las obras de Elias Crespin, instauran con el espectador un dialogo que se inscribe en la duración, contribuyendo a la expansión de nuestra percepción del espacio y del tiempo. Rechazando la inmediatez, sus obras muestran que nuestra consciencia de las cosas no se resume a una temporalidad sino que se mantienen más a las experiencias que vivimos y que nos graban.

Domitille d’Orgeval-Azzi, comisaria de la exposición.

Un catálogo será publicado por Ediciones Hermann

*Texto traducido por Carolina Matamala según informe de prensa institucional