Esencia. Pabellón de Bolivia en la 57ª Bienal de Venecia

Comisario: José Bedoya

Curadores: José Bedoya / Juan Fabbri / Gabriele Romeo

Artistas: Sol Mateo / José Ballivián / Jannis Markopoulos

Los conflictos del siglo XXI son indiscutiblemente un reflejo de la crisis profunda del humanismo y consecuentemente de los conceptos que han sustentado el paradigma civilizatorio vigente dominado por el pensamiento moderno y el positivismo; dos formas de pensamiento que al escindir la vida y el conocimiento en esferas aisladas han terminado por establecer asimetrías insalvables en el desarrollo de los diferentes ámbitos del quehacer y la existencia humanos.

Es en este contexto que, fruto de un ejercicio de introspección, la humanidad busca el retorno a la esencia, al punto de partida que nos caracteriza como humanos, para desde allí proponer alternativas para la vida futura en el planeta. El arte, en su esencia, despojado del centralismo y los preconceptos de la modernidad, se ha constituido en un espacio dinámico, reflexivo y  rico en multiplicidad de visiones, desde donde los seres humanos podemos dialogar y construir conocimiento mutuo; un espacio carente de fronteras culturales, políticas, sociales o económicas, en el que confluyen todos los saberes en pos de rescatar el humanismo.

En América Latina, la mirada desprejuiciada del arte contemporáneo hace que las culturas ancestrales -en las que lo esencial está presente a partir de sus diversas cosmovisiones, maneras de relacionamiento con la naturaleza, la vida y la muerte y el espíritu gregario de la especie humana- cobren hoy en día significación, irrumpiendo desde el ámbito de lo rural para  transformarse en el ámbito urbano en expresiones de gran fuerza que se suman al arte con indiscutible pertinencia.

La sociedad actual ha cobrado fuerza a través del uso expandido y democratizado de los medios tecnológicos, que no sólo han posibilitado la conexión continua también han destruido definitivamente los muros, las fronteras y cualquier forma de enclaustramiento. Esta nueva faceta social abre espacios de conocimiento e intercambio desde los cuales se cuestiona permanentemente al poder establecido, se construyen propuestas desde las bases, se comparte e ironizan las cuestiones humanas. Es en este ámbito donde lo esencial, lo que nos hace únicos y a la vez partícipes de una esencia común, se pone en juego de manera permanente.

Esencia celebra el arte como un espacio en el cual todas las relaciones en las que lo humano y lo humanístico se han preservado concentrados, como las esencias extraídas de los productos que nuestra América aportó a la culinaria del mundo. La propuesta de nuestros artistas lleva subyacente una inevitable carga de conflicto, pero no deja de lado el humor, la libertad y la utopía para invitarnos a releer diferentes ámbitos de la realidad contemporánea desde Bolivia.

Artistas

Sol Mateo nos plantea una mirada cuestionadora y crítica sobre el imperialismo contemporáneo. Es así, que busca deconstruir los hilos del poder en la actualidad. Su obra, enmarcada en el interés por comprender e interpelar los procesos globales, nos lleva a reflexionar sobre la “esencia colonial” del mundo contemporáneo. Bajo el título interpelador de “Mutación Génetica del Colonialismo”, Sol Mateo busca interrogar en Venecia a la Cultura Occidental y sus seducciones imperiales.

Jannis Markopoulos plantea una reflexión filosófica. Plantea que la esencia de la vida puede estar relacionada con las semillas, con lo que potencialmente puede llegar a Ser. Su investigación nos invita a pensar en una esencia que sea capaz de trascender las fronteras, banderas, idiomas y religiones. De este modo, nos invita a pensar la esencia como un concepto profundamente humano que es capaz de derribar cualquier límite cultural.

José Ballivián, usando dos toros como referente de la danza andina del Waka Waka, nos propone reflexionar sobre los encuentros y desencuentros culturales. Su utopía resalta la imposibilidad de una construcción de una sociedad verdaderamente intercultural en la Bolivia poscolonial. La danza del Waka Waka es un baile colonial construido por las comunidades aymaras quienes, al ver llegar al colonizador acompañado de vacas y toros, crearon estas expresiones visuales como una manera de ironizar tanto las corridas de toros como las reglas del control español que les imponían. Tras este antecedente histórico, Ballivián deconstruye la tradición indígena y la replantea en un lenguaje contemporáneo; de esta manera la utopía indígena de liberarse de la dominación colonial, o por lo menos de burlarla, se actualiza. La tensión, de dos cabezas de wakas que salen de un mismo cuerpo y que se orientan a direcciones opuestas, es la metáfora visual de un país que se construyó con base al encuentro colonial.

Vistas de la instalación:

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